Muere el ex consejero Josep Laporte
Josep Laporte, que fue consejero del Gobierno presidido por Jordi Pujol durante 12 años, primero en la cartera de Sanidad y luego en la de Enseñanza, falleció ayer a última hora de la tarde en el hospital Clínico de Barcelona a causa de una isquemia que le sobrevino en el Palau de la Generalitat, cuando asistía, en su calidad de presidente del Institut d'Estudis Catalans, a la presentación del Informe sobre el cambio climático en Cataluña, que fue anulada.
Aunque fue trasladado inmediatamente al hospital y sometido a maniobras de reanimación, diversas complicaciones relacionadas con la diabetes que padecía impidieron que se recuperase. Murió, pues, como muchas veces había dicho que deseaba hacerlo: de una forma rápida y dulce. Y vivió sus últimos momentos en el Palau de la Generalitat, un hecho que fue destacado anoche por el ex presidente Pujol como el mejor colofón para la vida de un catalanista que ha desempeñado importantes cargos, "y todos muy bien", en la Administración autonómica.De porte elegante y maneras sumamente agradables, convirtió la pajarita en una seña de identidad que comenzó a utilizar, explicaba, porque era un símbolo antifranquista. Pocos conocían, sin embargo, que había llegado a ser procurador en las Cortes franquistas y que como tal había votado la Ley de Reforma Política. Estaba allí no por su afección al régimen, sino en su calidad de rector. Catalanista militante, los primeros pasos en la actividad política los dio en entidades como Òmniun Cultural, mientras desarrollaba una carrera profesional brillante. Siendo catedrático de Farmacología Clínica, en 1976 fue designado rector de la recién creada Universidad Autónoma y ese cargo llevaba aparejado el de procurador. Todos recuerdan que la llegada de Laporte al rectorado supuso la apertura política de la universidad.
Amigo personal de Antoni Gutiérrez Díaz, entonces secretario general del clandestino PSUC, se le consideraba un "compañero de viaje", término con el que en la época se designaba a las personas próximas al partido comunista. Por eso fue una sorpresa su nombramiento como consejero de Sanidad en el primer Gobierno de Jordi Pujol. Laporte había sido profesor de Pujol cuando éste estudiaba Medicina. El líder de Convergència le propuso el cargo antes incluso de las elecciones de 1980, cuando se daba por seguro que las ganarían los socialistas. Pujol pudo hacerse con el gobierno con el apoyo de ERC y UCD, y Laporte se incorporó en calidad de independiente para encargarse de una de las carteras más importantes, pues en esa legislatura recibió las competencias sanitarias, lo que le llevó a gestionar la cuarta parte del presupuesto de la Generalitat.
En los ocho años que Laporte fue consejero se sentaron las bases legislativas y organizativas del llamado modelo sanitario catalán, que se basó en la cooperación entre el sector público y el concertado, la creación de una red de hospitales comarcales, la reforma de la asistencia primaria y numerosos programas sectoriales, desde el de trasplantes al del sida. Los primeros años de su gestión estuvieron marcados por la tensión con la sectorial de sanidad de Convergència, situación a la que puso fin pidiendo el carnet del militante del partido.
En la tercera legislatura, su brazo derecho, Xavier Trias, le sustituyó en Sanidad y él asumió la cartera de Enseñanza. Otro de sus colaboradores, Xavier Pomés, sería también consejero años más tarde. En Enseñanza, Laporte aplicó la misma estrategia que en Sanidad: descentralización territorial y consolidación de un paraguas presupuestario y normativo para la escuela concertada. Bajo su mandato se consolidó la política de inmersión lingüística, se creó la Universitat Oberta y se definió el nuevo mapa universitario, que incluía la creación de varias nuevas universidades.
Los problemas de salud le llevaron a pedir el relevo. Dejó Enseñanza en diciembre de 1992, pero continuó vinculado al Gobierno como comisionado de Universidades e Investigación. En 2002 fue elegido presidente del Institut d'Estudis Catalans (IEC), con el propósito declarado de aumentar el prestigio social de la primera institución académica catalana y hacerla partícipe de los "grandes retos a los que se enfrenta la sociedad catalana en el siglo XXI". Uno de los caballos de batalla de Laporte al frente del IEC fue la defensa de la unidad del catalán frente a la política del Gobierno valenciano sobre la lengua. Una de sus últimas obras ha sido la Biblioteca Josep Laporte, vinculada a la Universidad Autónoma, un centro de documentación en temas de salud que se está convirtiendo en un referente.
"Moralmente distinguido"
"Un hombre espiritual y moralmente distinguido que se va con las manos llenas por lo mucho que ha hecho por Cataluña. Le debemos mucho". Con estas palabras definió Jordi Pujol la figura de Josep Laporte. El presidente Maragall, que le acompañó a la ambulancia y luego acudió al Clínic visiblemente afectado, completó la semblanza: "El doctor Laporte formaba parte de una generación inefable, que vivió dos guerras y lo pasó muy mal y, sin embargo, aún conservaba la sonrisa, la gentileza, la buena educación y el savoir faire, el espíritu de una gente que nunca perdió la esperanza de que este país había de cambiar, como efectivamente así fue".
El conseller en cap, Josep Bargalló, destacó "la trayectoria política e intelectual, dedicada al país, a la ciencia y a la cultura catalana", algo que también destacó el presidente de Omniun Cultural, Jordi Porta. Uno de sus herederos políticos y principal colaborador en Sanidad, Xavier Trias, le destacó como "un referente, amigo de todos". La afabilidad era uno de los trazos personales que ayer recordaban muchos políticos. Josep Lluís Carod, dirigente de ERC, subrayó que Laporte había sido "más un hombre de país que de partido".
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