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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Irak chií

Los resultados provisionales de las elecciones del 30 de enero en Irak han venido a confirmar la ascensión al poder de la mayoría chíi en Irak, frente a la minoría suní que dominó el país con Sadam Husein. No obstante, la coalición Alianza Iraquí Unida, apoyada por el gran ayatolá Alí Sistani -verdadero poder por encima de las urnas-, se ha quedado más corta de lo que se esperaba, con un 48,2% de los votos. Para la formación de Gobierno, que requiere los dos tercios de la nueva Asamblea, necesitará el apoyo de los kurdos, cuya lista unificada ha obtenido un 25,7%.

Es bueno que así sea. La democratización y estabilización de Irak requiere de la integración de todos los grupos, incluidos los suníes, que mayoritariamente se han abstenido en estas elecciones, no superando ni siquiera el 5% de participación en ciudades en guerra permamente como Faluya. La marea chií no tranquilizará, sino todo lo contrario, a los grupos suníes que practican el terrorismo contra cualquier representante del nuevo sistema institucional. Además, para sacar adelante una Constitución será necesario el apoyo de todos los grandes grupos étnicos y religiosos.

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Los kurdos quieren al menos la presidencia del país, y sería razonable que así fuera para evitar un desmembramiento, una opción todavía no descartable. Los chiíes desean el puesto de primer ministro, que conlleva el poder efectivo. Estos resultados auguran, en todo caso, un Gobierno débil, como también lo será el poder central que surja de una Constitución previsiblemente federal. El papel del islam será objeto de otra gran pugna, pues los kurdos son partidarios de una Constitución laica. Pero la derrota, con un 13,8%, de la lista del primer ministro, Ayad Alaui, refleja el rechazo chií al laicismo y a un Gobierno impuesto. Pero la inestabilidad que deriva de los resultados electorales obligará a Washington a involucrarse activamente en la formación de un Gobierno "representativo".

Dadas las amenazas previas lanzadas contra candidatos y votantes, y ejecutadas en la propia jornada electoral, una participación del 58% resulta extraordinariamente elevada, aunque los procesos de transición suelen contar generalmente con tasas muy altas. Pero votar el 30 de enero en muchos lugares de Irak exigía dosis de civismo casi heroicas.

Ahora que parecen abrirse nuevas perspectivas para encauzar el conflicto entre israelíes y palestinos es más necesario que nunca un Irak estable. El asesinato, ayer, en Beirut del ex primer ministro Hariri -crítico hacia Siria- y otras ocho personas en el atentado más sangriento en Líbano desde 1990, indica que en Oriente Próximo las esperanzas, cuando brotan, son muy frágiles y parecen sujetas con alfileres.

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