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Columna
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Juegos delicados

Una vez inspeccionado el sueño del Madrid 2012, en sus muros, sus diseños y sus estados de convivencia, los señores y señoras del COI, que habían venido a evaluar eso, se fueron encantados. De los estados de convivencia se llevaron una impresión buenísima: por el risueño rostro de Ruiz-Gallardón, por el optimismo imperturbable de Rodríguez Zapatero, que en eso son del mismo partido, y por la buena pareja que hacían. Les había dicho el presidente, notablemente exagerado en su apoyo a la causa olímpica, quizá para compensar desapegos y extravagancias de otros, que nada nos une más a los españoles que Madrid 2012, con lo cual tal vez obligara a pensar a los del COI en la responsabilidad en que incurren si nos dejan abandonados y sin ese instrumento de fraternidad.

Y, por si hubieran oído hablar del riesgo de que España deje de ser España, que algunos extienden por ahí, y que podría suponer que para 2012 esta nuestra villa, en lugar de capital de un reino, terminara convertida en un poblachón sin categoría, les tranquilizaría el Rey con su garantía de que España seguirá siendo para entonces la que es, igual de grande, y si no con su propia majestad al frente, con la nueva majestad de su hijo, que dentro de siete años ya no tendrá edad para llevar los pebeteros olímpicos. Ruiz-Gallardón no se atrevería a asegurar a los espías del COI que el alcalde de los Juegos madrileños vaya a ser él, y no por falta de ganas ni de entusiasmos, sino por pura prudencia democrática.

Pero si los investigadores del COI se hubieran quedado unos días más habrían podido comprobar que el partido de Gallardón a lo mejor no tiene tan claro que de ser un alcalde del PP el de 2012, lo sea este nuestro alcalde de ahora, según puede deducirse de las puntualizaciones de un dirigente regional de los populares la pasada semana. No obstante, dada la afición de los terroristas a difundir siniestramente el nombre de Madrid, lo importante era lo que les había dicho el ministro del Interior a los del COI: que les apostaba lo que fuera a que no encontrarían para el 2012 una ciudad más segura en el mundo. Pero no hay juegos más delicados que los olímpicos. Por eso, cuando el jueves explotó la bomba de las bestias cerca de Ifema, al alcalde se le vino abajo su alegría y confesó -desolado- que el atentado de ETA haría daño al Madrid 2012. No le faltaba razón. Pero el 2012 le es un poco ajeno a las fieras heridas y agonizantes que tratan de sobrevivir con residuos de pólvora: podían haberlo hecho igual unos días antes, con los representantes del COI en casa. Y tampoco lo hacían por Arco 2005, que aquella tarde se inauguraba. Algunas crónicas contaban luego, sin embargo, que el llenazo de Arco por la tarde se debía a una respuesta del público a los terroristas de ETA, tan diezmados ya a la hora de meter miedo, aunque tan capacitados siempre para hacer daño. Pensaba yo en Rosina Gómez-Baeza, la directora de Arco, a la que, si eso fuera así, sí habría conseguido ETA hacer daño. Rosina, que está contentísima porque la afluencia a Arco ha descendido este año un 15%, y no precisamente por ETA, quería menos visitantes; por una clarísima razón que no se suele explicar: la Feria Internacional de Arte Contemporáneo no es una exposición de exposiciones para gozo de las almas sensibles, sino, sobre todo, un mercado para los profesionales del ramo. De modo que los galeristas quieren más trueques, más venta y menos visitas de curiosos. Pero si se hubieran quedado unos días más los señores del COI habrían podido llevarse unas obritas por módico precio y tendrían, además, noción del Madrid cosmopolita que agita la ocasión de Arco. Un Madrid noctívago y transgresor, con un bullicio de gente venida de todas partes, con todos los acentos, que llenaba los tugurios de la capital en las noches del fin de semana y por el día arrastraba su alma resacosa entre las instalaciones de Arco.

Lástima que, de pronto, con el Windsor en llamas, sabido ya que no había víctimas, volviera a plantearse la dichosa pregunta: ¿Afectará este rascacielos, ardiendo en las televisiones del mundo, a la candidatura de Madrid? No lo sé. Pero los evaluadores del COI podrían fijarse ahora en el modo en que los servicios de emergencia de Madrid, que han tenido que afrontar antes duras pruebas, han pasado otra vez su examen con la mejor nota.

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