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Crónica:FÚTBOL | 23ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un agujero negro atrapa al Atlético

El Levante, con uno menos durante más de 70 minutos, maniata a un pésimo equipo rojiblanco

El Levante contó con un jugador menos durante 73 minutos. Culebras, un central rubio e impulsivo, fue expulsado por frustar dos experimentos de Fernando Torres, que quería saber cuánto tarda en acelerar de cero a cien en dirección a una portería. Hasta ese momento, el Atlético había jugado mal. Pero sólo eso. Mal, normal, regulín. Nada especial, lo habitual. Ibagaza no conectaba con nadie, Torres tenía que bajar hasta el medio para probar su velocidad y las bandas aparecían a veces sí -Gronkjaer- y las más de las veces no -Jorge-.

Después, Culebras se marchó a ver el partido por la televisión y el Levante redujo todas las consignas a una: presionar, con lo que el Atlético fue engullido por un enorme agujero negro del que sólo salió, parcialmente, casi al final del partido; en el momento del cornetín. En palabras del técnico rojiblanco, con superioridad y tras un discutible cambio de Colsa por Núñez a la media hora, el Atlético jugó "mal, pero mal". O sea, fatal.

ATLÉTICO 0 - LEVANTE 0

Atlético: Leo Franco; Molinero, Pablo, Perea, Antonio López; Colsa (Núñez, m. 34), Luccin; Jorge (Salva, m. 55), Ibagaza, Gronkjaer; y Fernando Torres.

Levante: Mora; Pinillos, Culebras, Alexis, Jesule; Tito (Celestini, m. 82), Camacho; Ettien, Rivera, Nacho (Juanma, m. 37); y Congo (Manchev, m. 66).

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Perea, Rivera, Manchev y Molinero. Expulsó por doble amarilla a Culebras (m. 17).

Unos 45.000 espectadores en el Calderón.

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Luccin ocupaba un lugar indeterminado del campo; digamos que más cerca de su propio portero que del rival, pero lejos de todo y de todos; lejos de Ibagaza, lejos de las bandas, lejos de aquel jugador que se supone que era en el Celta. Rivera, que no es el más corajudo de los medios, empequeñeció las trencitas de Luccin. Y, ya sin Colsa en el césped, el equipo rojiblanco arrojó el crucigrama, se rindió, decidió que no le gusta tener la pelota ante un equipo bien ordenado sin otra idea que la de defender. Ettien, Congo e, incluso, Juanma, tuvieron sus pequeñas oportunidades. Pero ahí el Atlético no tiene problemas. Mejor, tiene a Perea, que sacó un balón de gol nada más iniciarse el segundo tiempo. Y a Pablo.

Pero con una buena defensa no basta para meter goles. Para jugar. Ni siquiera si entre esos defensas está Pablo, que ya ha metido tres goles y ayer estuvo a punto de marcar el cuarto de un cabezazo. Con los defensas no basta. Menos aún si se desperdician todos los saques de esquina insistiendo en el pase en corto, ese famoso truco que nunca nadie ha visto funcionar en ninguna parte. Tampoco es fácil marcar si tu gran recurso en el banquillo para revolucionar el ataque es un Salva en horas muy bajas. El ariete salió por Jorge a los diez minutos del segundo tiempo. No tocó la pelota. Bueno sí, la tocó una vez. Estaba a medio metro de la línea de gol, el portero no se encontraba por allí y Salva lanzó el balón alto.

Antes, la primera reorganización de Ferrando, que se debía frotar las manos con la superioridad numérica, fue sustituir a Colsa y meter como segundo punta a Núñez. El uruguayo no jugó bien. Nadie en el Atlético lo hizo. Pero no fue de los peores. Suyo fue uno de los pocos disparos a puerta -se lo sacó Mora- y suya fue una inteligente operación de desmarque que le dejó solo ante el portero del conjunto valenciano. Pero lo que se ganó con Núñez en el césped -también sacó aceptablemente una falta- se perdió con la figura de Colsa desapareciendo por el túnel de vestuarios. El que sobraba ayer era Luccin. Sin olvidar la escasa capacidad de maniobra mostrada por Ibagaza, que enterró parte del crédito obtenido frente al Albacete y el Barcelona. Esta vez no tuvo la excusa de que estaba exiliado en la derecha. Pero el agujero atrapó a todo el Atlético, hasta a Ferrando.

Aficionados rojiblancos muestran una cartulina de rechazo al cambio del Calderón por el estadio de <i>La Peineta.</i>
Aficionados rojiblancos muestran una cartulina de rechazo al cambio del Calderón por el estadio de La Peineta.EFE

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