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Columna
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Turismo

Como bien dijo el ex presidente de Uruguay y utilizaron Juan Luis Cebrián y Felipe González en su libro El futuro ya no es lo que era, algunos tenemos agotada la batería de nuestra bola de cristal y no acertamos ni una. Esto de la prognosis es un oficio complicado y aunque los hay que pretenden destacar sólo cuando aciertan o modifican sus pronósticos a la vista de los resultados, hacer de profeta es difícil. Muchos pensábamos que la copla era franquista y el golf para ricos. Luego Vázquez Montalbán y otros nos enseñaron a escuchar la copla. Con el golf nos está pasando algo semejante por la acción de la propia realidad. No sé si fue el actual consejero de Turismo, Paulino Plata, que lo fue antes de Agricultura, el que decía que una hectárea de campo de golf consume menos agua que una dedicada a la agricultura y consigue mayor cantidad de empleo.

Muchos se resisten a aceptarlo por una legítima defensa del medio ambiente o por un rancio casticismo patriótico, eso de que nos estamos convirtiendo en las criadas de Europa. Lo cierto es que hay en trámite 100 proyectos de campos de golf en Andalucía, la mitad en la provincia de Cádiz, y que este deporte genera a su alrededor una importante actividad económica derivada del turismo de alto poder adquisitivo que mueve. Un campo de golf ocupa unas 50 hectáreas y consume 500.000 metros cúbicos de agua al año. Un turista dedicado al golf gasta un promedio de 72 euros al día, un 40% más de la media.

Es evidente que los proyectos deben cumplir los requisitos urbanísticos para que nadie dé un pelotazo, que se deben hacer con respeto al medio ambiente y utilizar agua reciclada para el riego y evitar así el despilfarro de los escasos recursos hídricos de los que disponemos. Hay que tener garantías sobre los proyectos inmobiliarios que llevan aparejados los campos de golf para que todo se haga de manera respetuosa y la comunidad pueda acceder a las plusvalías que se generen. Es imprescindible previamente resolver accesos y equipamientos. Pero no se pueden tener prejuicios, sino los ojos abiertos para beneficiar a los ciudadanos. Los tiempos en los que el famoso cabrero de Medina soltaba a sus animales para que pastasen en los campos de golf de Chiclana han pasado a mejor vida. Es una oferta imbatible para el futuro. Otra cosa es que nos dediquemos a tan aburrido juego.

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