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INCENDIO EN EL CORAZÓN DE AZCA

La torre inició hace un año una reforma para adaptarse a la normativa contra fuegos

El rascacielos, inaugurado en 1979, es obra de los arquitectos Genaro Alas y Pedro Casariego

El edificio Windsor, que comenzó a ser construido en 1973 según el diseño de los arquitectos Genaro Alas y Pedro Casariego y que fue inaugurado en 1979, fue el primer rascacielos de vidrio y aluminio de Madrid. Esta torre de oficinas, con un cine y una sala de fiestas, se convirtió rápidamente en un icono de la zona de la capital que con los años iba a transformarse en un pequeño Manhattan y en uno de los símbolos de la modernización de Madrid durante la transición. Hace un año inició una profunda remodelación para adaptarse a las normas contra incendios, aunque las empresas que albergaba se mantenían activas.

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La reforma del Windsor era considerada como una experiencia sin precedentes técnicos en Madrid, ya que desde el primero al último día iba a desplegarse con toda su actividad interior en funcionamiento: por sus instalaciones circulan diariamente unas 2.000 personas, igual número de las que allí laboran. Las oficinas de la auditora Deloitte ocupaban 20 de las plantas en régimen de alquiler, según informaron a Efe fuentes de la compañía. Dos de las plantas eran ocupadas por el bufete Garrigues; y otras tres, por compañías más pequeñas.

Genaro Alas, que entre 1974 y 1979 fue, con el recientemente fallecido Pedro Casariego, principal arquitecto del Windsor, fue convocado por la compañía propietaria del inmueble para supervisar las obras de reforma, cuyo presupuesto era de 15 millones de euros, según explicó en febrero de 2004 Jesús Guardiola, portavoz de la empresa propietaria del edificio, Ausón Inmobiliaria.

Con su inauguración en 1979, Azca -iniciales del arcano nombre que recibió la zona en el plan general de la posguerra: Asociación Mixta de Compensación de la Manzana A de la Zona Comercial de la Avenida del Generalísimo de Madrid- vivió un boom sin precedentes en la capital. En la primavera de 1981, comenzó a abrirse prácticamente un local por semana y su población flotando rondaba las 200.000 personas al día. El edificio es el rascacielos número 16 de Madrid; pero formaba parte de la memoria colectiva de los ciudadanos de la capital.

Dos mil inquilinos

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Hace un año, esta torre de 28 pisos, 17.500 metros cuadrados de vidrio y aluminio y 106 metros de altura, comenzó una reforma con sus 2.000 inquilinos dentro, que debía prolongarse durante un año y medio. El objetivo era, paradoja ahora terrible, satisfacer las normas contra incendios, que no existían cuando el edificio fue construido. La reforma pretendía dotar al rascacielos de los sistemas de seguridad más novedosos: instalaciones y conductos, diseñados hace 25 años, que presentaban limitaciones, estaban siendo completamente renovados. La escalera de incendios de la parte occidental del edificio acababa de ser instalada. Por ello, todas las puertas estaban siendo adaptadas al sistema RF, de resistencia al fuego, y a los nuevos cánones de estanqueidad.

Los arquitectos Iñigo Ortiz y Enrique León, que diseñaron la reforma, proyectaron la torre Mapfre en Barcelona y el edificio Sanitas en Madrid, entre otras construcciones. De los ingenieros que participaban en la reforma destacan Antonio Carrión y los de la firma Proteyco. La transformación había sido pergeñada en el comienzo del verano de 2001. Para aplicarla, una pluma gigantesca asentada a pie de calle izó hasta su cúspide otra grúa, de 18 metros de porte y 40 de brazo, en una operación de la que no se recordaba precedente en Madrid.

"En la memoria de los ciudadanos de Madrid, el Windsor se ha convertido ya en una referencia. Por ello, para reformarlo hemos tenido muy en cuenta sus características originales", subrayó Iñigo Ortiz.

No es una casualidad que esta torre emblemática fuese obra de los arquitectos Alas y Casariego que, en buena medida, resumen la historia de la arquitectura española de los últimos 50 años. Viviendas unifamiliares y viviendas sociales, edificios de oficinas, rehabilitaciones, hospitales, estaciones de tren, proyectos industriales... Una de las características del trabajo de Alas y Casariego es la de haber aceptado retos muy diferentes. Racionalismo, organicismo, posmodernismo.

"Supieron adaptarse a las corrientes de cada momento, pero nunca se plegaron a las exigencias de la moda, proponiendo siempre lecturas muy personales", señaló Juan Casariego en septiembre de 2002.

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