¡Pintura viva!

Las muertes de la pintura anunciadas a lo largo del pasado siglo han dado paso a las correspondientes resurrecciones que no han hecho más que alimentar el debate sobre la auténtica esencia del hecho pictórico y su existencia en el arte contemporáneo. La exposición Sky Shout, comisariada por el crítico David Barro, reúne a destacados nombres del panorama artístico internacional -como Helena Almeida, Pedro Cabrita reis, Gunther Forg, Peter Halley, Imi Knoebel, Manuel Ocampo, Julian Opie, Gerhard Richter, Sam Moore, David Salle o Julião Sarmento-, con la intención de no seguir ahondando en un debate metafísico y probablemente totalmente estéril sobre la supervivencia de la pintura.

Se trata de presentar un conjunto de obras que, de algún modo, han sido realizadas con vocación pictórica y demuestran la vigencia de la pintura más como actitud que como género.

Algunas de las piezas expuestas se aproximan más al concepto clásico de pintura por sus características físicas, pero se trata de algo totalmente anecdótico. La conclusión obvia que nos produce el recorrido por la muestra es que el soporte o la existencia material de pintura no es lo que define al hecho pictórico. Hay veces en que un vídeo puede tener más elementos pictóricos que lo que habitualmente identificamos como un cuadro.

Y es que a lo largo del siglo XX la pintura ha invadido y, al mismo tiempo, se ha visto invadida por nuevos géneros visuales como la fotografía, el cine o el vídeo. En un proceso totalmente lógico los nuevos soportes han acabado ejerciendo una poderosa influencia sobre la pintura. Ya no es necesario coger un pincel para pintar sino que podemos encontrarnos a un artista como Vik Muniz que utiliza juguetes de plástico para pintar a la Alicia Liddell de Lewis Carrol y fotografiarla. No es pintura en términos estrictos pero la mirada del pintor está presente.

El proceso contrario lo encontramos en artistas como Tim White, que explora las posibilidades pictóricas de la imagen en movimiento en el vídeo Terminal 3. En casos como el del pintor Jason Martin se retoma la tradición monocroma para reinterpretar -a través de la textura, la luz y el color- la bidimensionalidad del soporte pictórico.

En la exposición también po

demos encontrar ejemplos de la influencia de la arquitectura en la pintura, como ocurre en las piezas de Pedro Cabrita Reis o Helmut Dorner, un artista para quien el espacio de la pintura incluye tanto lo pintado como lo no pintado. La estructura arquitectónica también está presente en la obra Untitled (Sky Shout), de la pintora británica Fiona Rae, que da nombre a la muestra. Se trata de un cuadro compuesto por brochazos que son, en cierta manera, atraídos y ordenados por varios círculos concéntricos de color. Es otro ejemplo de cómo surgen nuevos lenguajes pictóricos a través de la interacción con otras disciplinas. Una vez más la vieja pintura vuelve a reinventarse para evitar su funeral.