El mejor extremo es de cristal
Arjen Robben, la estrella del Chelsea, líder de la Liga inglesa, estará al menos un mes de baja y se perderá la ida de la 'Champions' ante el Barça
Uno, dos, tres... Daba igual quien fuera el futbolista del Portsmouth que le saliera al paso porque él, conduciendo el cuero únicamente con la zurda y gracias a su vertiginosa velocidad y recorte preciso, se zafó con pasmosa facilidad de todos para asistir, con un caño incluido, al marfileño Drogba. El ariete del Chelsea, sobre la línea de cal, sólo tuvo que empujar la pelota. Y la hinchada reunida en Stamford Bridge, al unísono, alzó los brazos para venerar, una vez más, a su nuevo ídolo: Arjen Robben (Holanda, 1984). Pero la semana pasada, Aaron Mokoena, el mediocentro del Blackburn, le hizo una entrada que silenció Ewood Park y, por extensión, a los aficionados de club londinense. "Me siento muy mal, pero no lo hice con mala intención", aseguró ayer el surafricano al conocer el diagnóstico de la lesión: "Robben estará seis semanas de baja porque tiene una fisura en un hueso del pie y, además, el tercer metatarsiano roto", comunicó Mike Banks, fisioterapeuta del Chelsea. Robben, el extremo zurdo más incisivo y determinante en la actualidad, se perderá, además de la final de la Carling Cup (27 de febrero), la ida de los octavos de final de la Champions contra el Barça (23 de febrero) y, con casi toda seguridad, la vuelta (8 de marzo).
"Esta lesión es un desastre y una desgracia porque me ha ocurrido cuando estaba en mi mejor momento", confesó un entristecido Robben. Las lesiones, no obstante, han perseguido al futbolista desde que, en 2003, empezara a consagrarse como una estrella mundial en el PSV. Tras ganar la Supercopa de Holanda en agosto de ese año, los médicos del Sint Anna Hospital de Geldrop le diagnosticaron un tumor benigno en los testículos. Y, mientras luchaba por superarlo y antes de disputar la Eurocopa de Portugal, se lesionó doblemente en un muslo y estuvo varios meses apartado de los terrenos de juego. Pero jugó en tierras lusas con Holanda y fue el mejor del equipo. La mala fortuna, sin embargo, volvió a cruzarse en su camino cuando en esta pretemporada con el Chelsea, en una gira por Estados Unidos, se fracturó un hueso y los ligamentos de un pie.
Tras dos meses de piscina, gimnasio, pesas y bicicleta estática, Robben reapareció para erigirse de nuevo en ese chaval capaz de desbordar cuantos defensores intercedieran en su camino. "La lesión le ha fortalecido los músculos y aún es más explosivo que antes", aseguraba Rob Brinded, preparador físico del Chelsea. "Con él en el campo siempre ganamos un punto de creatividad y de fantasía. Nos ayudará a conseguir nuestros objetivos", sentenciaba su técnico José Mourinho. Pero la nueva lesión del 16 del Chelsea tampoco parece preocuparle en exceso. "Sin él también podemos ganar partidos", zanjó el entrenador cuando le preguntaron por el doble duelo ante el Barça.
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