"Al fin podré retomar mis estudios"
La temida avalancha de empleadores e inmigrantes en las 31 oficinas de la Seguridad Social en la Comunidad de Madrid, en las que se prevé regularizar a más de 200.000 extranjeros, se convirtió ayer en una plácida tarde en la que, en muchos momentos, hubo más periodistas y funcionarios que personas interesadas en el proceso de regularización.
Así ocurrió en la oficina de la calle de Cedaceros, situada junto al Congreso de los Diputados. "La verdad es que esperábamos a más gente", admitió Roberto Calvo, director de la oficina. "Teníamos preparado un sistema de cita previa para que, si se producían largas colas, dar cita para próximos días", añadió. Las apenas 50 personas que a las 17.30 se habían acercado a esta oficina no sólo hizo innecesario aplicar esta sistema, sino que mantuvo con los brazos cruzados y los rostros aburridos a varios de los 13 funcionarios que les esperaban.
Los pocos que acudieron, sin embargo, no salieron con el papeleo resuelto en casi ningún caso. "Está fallando la información. Los inmigrantes van a la Junta Municipal para obtener el certificado de empadronamiento y les dan un volante que no sirve", se lamentaron Fernando Morales y José María López. Morales quiere obtener la regularización de José Javier Vilena, y López la de Verónica Maldonado, ambos ecuatorianos y de 25 años.
Las quejas por el error en el documento municipal eran constantes, pero a casi todos también les faltaba otro documento: el TA-6, el Código de Cuenta de Cotización, que necesitan empresas y particulares para contratar a un extranjero a jornada completa. "Yo venía con los poderes notariales de mi cliente, pero no me informaron de que esto también era necesario", se quejó Libia Congote, abogada que pretendía regularizar a Luis José Salazar, un ingeniero venezolano que cuida a dos personas mayores.
Tampoco les fue mucho mejor a los empresarios y gestores. Para Sara Artal, gestora que trabaja para dos empresas de ciudadanos chinos que quieren regularizar a dos compatriotas, también el TA-6 se convirtió en un obstáculo insalvable.
El ambiente, sin embargo, era relajado. Algunos empleadores se quejaban por tener que repetir la visita a la oficina, pero a su lado todos los inmigrantes mostraban una sonrisa de oreja a oreja. Era el caso de Rachid, marroquí de Tánger de 19 años y camarero en una taberna jordana, que acudió a la oficina de la Seguridad Social acompañada de su patrona, Mercedes Castro. "Al final tendré los papeles", exclamó.
"Tenía muchas ganas de poder estar aquí legal. No había forma de meterme. Al fin podré trabajar tranquilo y pensar en retomar mis estudios de físico", declaró Vilena. "Tenemos dos niños y quere
mos establecernos aquí, sin sufrir siempre por estar ilegales", dijo Verónica Maldonado. Su esposo, empleado de la construcción y también ecuatoriano, acompañará a su jefe el próximo jueves. "Traeremos todos los papeles. Seguro", explicó entre risas.
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