Washington se entusiasma con Sara Baras

Después de triunfar en París y Londres, la bailaora Sara Baras y su compañía presentan Sueños en una gira por once ciudades de Estados Unidos. Washington fue la segunda etapa de su gira norteamericana, después de Nueva York y antes de California y Florida. En la capital estadounidense, Sara Baras llenó el Lisner Auditorium, tanto el sábado como el domingo por la noche. La fuerza y la precisión de su taconeo y la entrega de la bailaora y toda la compañía pusieron en pie a los asistentes del teatro en el que se celebra el quinto Festival Flamenco USA.

"Creo que la gente de este país, que está acostumbrada a recibir muchas manifestaciones artísticas distintas, explota con la sencillez y la fuerza del flamenco", dijo Sara Baras a EL PAÍS después de su representación del sábado por la noche. "Nosotros ya sabemos que la riqueza del flamenco es increíble, sabemos la emoción que lleva dentro, porque llevamos toda la vida en esto. Lo que yo noto es que aquí se consigue transmitir todo eso de maravilla, y me da un orgullo tremendo eso de traer aquí esta manifestación de la cultura de España y que tenga tan buena entrada", añadió, aparentemente sin acusar el enorme esfuerzo de la noche y de los meses seguidos de gira: "Estamos todos cansados menos ella, que es la que nos va dando la pauta", según José Luis Pereyra, hermano de la bailaora y manager de la compañia.

Sueños, una hora y media encadenada -martinete, soleá por bulerías, jaleo, farruca, bulería, seguiriya, soleá y fin de fiesta- electrizó a la audiencia, una mezcla de españoles, hispanos y norteamericanos. "Tiene fuerza, tiene arte, tiene técnica; y tiene tanto gusto que te embauca", según Tichi, una aficionada que no se pierde ninguna de las visitas de Sara Baras a Washington. "Es ese taconeo, es la fuerza y la entrega que tiene lo que la hace distinta", dice otra aficionada, mientras Sara Baras, acompañada por José Serrano, hace la carretilla después de la bulería torera con el mantón y ametralla el escenario de un lado a otro con sus taconazos. "La gente aquí es muy especial, yo no sé por qué. Ese silencio que había en la farruca, es emoción, y luego esos gritos y esas ovaciones del final... es una ovación total". Esta opinión de Sara Baras la comparte su equipo: "Yo flipo", dice la bailaora Ana González. "Estoy entre cajas y veo a Sara en el escenario y veo que el público se vuelca. Claro que estamos acostumbrados a esto en otros sitios, pero no aquí, y eso te da mucha fuerza cuando sales a bailar". "En esta gira no he visto hasta ahora nada como esta noche en Washington", añade el técnico de sonido Sergio Sarmiento.

"La gente que ha venido aquí esta noche entiende muy bien el regalo que supone tener a Sara con nosotros", explica Rosanna Ruscetti, la directora del Lisner Auditorium, que recuerda el éxito que tuvo allí hace dos años la producción Mariana Pineda. En el resto de las producciones -Los cuatro elementos, con Carmen Cortés, Alejandro Granados, Rocío Molina, Carlos Rodríguez y Gerardo Núñez; Mano a mano, con Cañizares y José María Gallardo, y Encrucijada, con Carmen Linares, Miguel Poveda, Arcángel, Diego Carrasco y Rafaela Carrasco- también se han agotado prácticamente las localidades del Festival producido por Miguel Marín, que el próximo fin de semana llega al mítico Carnegie Hall neoyorquino rodeado de enorme expectación.-