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Reportaje:

Se busca inquilino menor de 35 años

Un proyecto de viviendas de alquiler destinadas a jóvenes en Bilbao La Vieja pretende regenerar la degradada zona

Un proverbio hindú asevera: "La más larga caminata comienza con un paso". En él parece haberse inspirado el Ayuntamiento de Bilbao a la hora de acometer uno de los proyectos más complejos dentro de la transformación de la ciudad, la regeneración de Bilbao La Vieja, la zona más degradada de la capital vizcaína, donde se entremezclan distintas problemáticas a la hora de afrontar una mejora integral del barrio. Poco a poco, la zona mejora algún que otro aspecto y, aunque aún no puede hablarse de un largo camino, sí se han emprendido pequeños pasos. Para esa recuperación, el consistorio cuenta especialmente con la gente joven, personas "que se involucran y con las que se puede contar", como afirma Marta Ibarbia, directora de la sociedad pública Surbisa, dedicada a la rehabilitación del Casco Viejo y Bilbao La Vieja.

"Para regenerar la zona es necesaria gente joven y con ingresos del trabajo"

Este mes se adjudicarán diez viviendas de un edificio rehabilitado en el 16 de la calle Cortes, que ha supuesto una inversión de 1.362.000 euros. Todos los pisos se dedicarán exclusivamente a alquiler e irán destinados a jóvenes menores de 35 años. La renta medio ascenderá a 214 euros mensuales. Como recalcó la concejal de Urbanismo, Julia Madrazo, cuando concluyeron las obras de rehabilitación en noviembre, la actuación persigue no sólo la regeneración urbanística de la zona, sino también la entrada de "savia nueva" en el barrio para contribuir a su "rehabilitación sociológica". Aunque la edil apuntó que esta acción por sí sola "no soluciona los problemas de Bilbao La Vieja", sí supone un paso importante en el proceso integral.

Ya antes de este inmueble, en otro tiempo un prostíbulo, otro edificio cercano, en Cantalojas, fue el primero arreglado y dedicado al alquiler para jóvenes. Sus inquilinos están a punto de entrar a vivir, tras amueblar las viviendas, ya que se entregan no sólo sin muebles, sino también sin cocina. Para más adelante, Surbisa trabaja en la reconstrucción de otro bloque en la calle Cortes que se derrumbó el pasado año y la recuperación del número 34 de esa misma calle.

Dentro de esa entrada de "savia nueva", a la que ya contribuye Bilbao Arte con sus artistas, Bilbao La Vieja también dispone desde este curso de una residencia de estudiantes, con pequeños apartamentos.

Para poder acceder a uno de estos pisos sólo es necesario estar inscrito en Etxebide o en Viviendas Municipales, ya que las listas son comunes. "Tenemos 4.000 peticiones de vivienda en alquiler. Nunca vamos a poder cubrir toda la demanda de personas apuntadas en Etxebide", reconoce Isabel Garcés, técnico de Viviendas Munipales. "El alquiler se realiza por un año, que se prorroga por ley a cinco. Pasado ese tiempo, se revisa si las condiciones que dieron lugar a ese alquiler persisten y también si las necesidades han variado", agrega.

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A la hora de adjudicar un piso, en este caso, era prioritario que el destinatario de la vivienda fuese joven. "Esto entra dentro del Plan de Regeneración de Bilbao La Vieja, donde la gente es muy mayor. Para que cambien las dinámicas de la zona, es necesario que llegue gente joven y con ingresos procedentes del trabajo", apunta Garcés.

Las viviendas de Cantalojas, las primeras adjudicadas, ya cuentan con inquilinos, nueve personas que se reparten unos pisos cuyo tamaño oscila entre los 45 y los 60 metros cuadrados. En ellos habitan personas solas o en pareja, como Miguel Ángel López, que supera en un año la edad de 35 y residirá con su esposa en uno de esos pisos. Llevaba cinco años intentando conseguir una vivienda. López se halla parcialmente incapacitado, ya que sufre dos hernias discales. "La vivienda está por las nuebes y nuestra economía no nos permitía acceder a una. Ahora, con un alquiler de 242 euros al mes, saldremos adelante", afirma.

"Son unas viviendas preciosas, que han sido rehabilitadas con mucho mimo, con mucho detalle", asegura Garcés. Sus inquilinos coinciden con esta afirmación, pero la zona les disgusta. Sin embargo, no es tan fácil rechazar una vivienda cuando se adjudica. "Se tiene opción a rechazar la vivienda una vez, pero no una segunda. Si se rechaza dos veces entendemos que la necesidad de vivienda no es tal", comenta Garcés, aunque matiza que hay circunstancias en las que ello no es así: "Por ejemplo, si una persona es mayor y le tocan pisos altos sin ascensor y tiene problemas para subir".

Para Marta Ibarbia, "el muro mental es mayor que el que existe de verdad" y pide "no acrecentar ese miedo", el rechazo a Bilbao La Vieja. Miguel Ángel López se muestra optimista: "La zona no me gusta, pero supongo que nos acostumbraremos". Su vecina, la joven Joana Ibáñez, de 25 años, no lo es tanto: "Me dan miedo esas calles". Ibarbia insiste en que el cambio, en el que intervienen muchos factores, se irá viendo poco a poco.

Otra de las actuaciones que quiere utilizar a los jóvenes como motor de la regeneración de Bilbao La Vieja es la que promociona locales en esa zona, San Francisco y Zabala para albergar, "preferentemente, empresas relacionadas con ocio, arte, cultura, moda y tecnología", según reza el tríptico informativo que se ha editado sobre esta iniciativa.

"Comprar el pan y lo justo"

Joana Ibáñez tiene 25 años y una vida densa a sus espaldas. Nada más terminar la EGB, abandonó los estudios para empezar a trabajar y, con 19 años, abrió una cafetería. Ese año estrenó negocio y marido. Ninguno de ambos le duraría mucho. El negocio cerró primero y, con 24 años, se divorció y dejó la casa que compartía con su esposo.

Desde entonces, trabaja en una cafetería y vive en una habitación alquilada en la zona de la plaza de Moyúa por la que paga 270 euros al mes. Pero este mes se muda. El pasado diciembre le correspondió una vivienda de alquiler en la calle Cantalojas, en un edificio rehabilitado y dedicado sólo a jóvenes.

"Hace siete años que mi madre me había apuntado para una vivienda, tanto para compra como para alquiler, y ya había perdido la esperanza", dice. Ahora está decorando un ático de dos habitaciones, salón, cocina y baño en un edificio con ascensor. Sólo tendrá que pagar 198 euros al mes.

El precio fue lo que le decidió a aceptar la vivienda, porque el barrio no le gustaba para residir. "Estuve a punto de decir que no. Me da miedo esa zona. Además, yo termino de trabajar a las diez de la noche y, aunque estoy muy cerca, pienso coger el autobús. Sólo tendré que ir una parada, pero lo que sea con tal de no andar sola por esas calles", comenta Joana Ibáñez. Sus ratos de ocio tampoco transcurrirán por Bilbao La Vieja. "¿La vida que voy a hacer allí? Comprar el pan y lo justo", asegura. Sin embargo, luego matiza: "Me han dicho que el barrio va a ir a mejor".

En lo que respecta a su edificio, el que el resto de vecinos también sean personas jóvenes, le da confianza y "buen rollo".

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