El encanto tecnológico
Un 1,69% ha sido la rentabilidad media proporcionada en el mes de enero por los 4.644 fondos de inversión que se distribuyen en España. De ellos, la mitad ha conseguido, además, situarse en un rendimiento mensual por encima de 1,13%.
El mes, por lo tanto, parece haber sido idílico: de 149 clases diferentes de fondos sólo 10 han tenido rentabilidades medias negativas. La mayor parte de esas clases son irrelevantes en el mercado español, dado el escaso número de fondos que las componen y el raquítico patrimonio que acumula en total la porción de ellos que está colocada entre inversores españoles. Entre ellas, sin embargo, sí que hay dos que cobran una relevancia especial: la de renta variable del sector metales preciosos (con pérdidas en enero de 2,72%) y la de los fondos tecnológicos (que han retrocedido un 1,38%).
En la primera de las dos el número de fondos no pasa de tres, por lo que su importancia es puramente emblemática y condicionada por el magnetismo que provoca su conexión con el precio de la onza de oro, un elemento que, a pesar de lord Maynard Keynes, que la definiera como la "reliquia bárbara", sigue pesando en las decisiones de inversión de la misma manera que lo había hecho tradicionalmente: refugio frente a la inseguridad financiera y política, así como contra la inflación; depósito de valor, y activo con el que diversificar la cartera cuando los tipos de interés están extremadamente bajos, como ahora.
La otra clase de fondos de cierta relevancia (ésta sí numérica, pues se distribuyen 82 en España con un patrimonio total de 3.800 millones de euros) es la de los tecnológicos, que invierten en un sector que ha sido muy castigado a lo largo del mes pasado. De hecho, los índices que reflejan la cotización conjunta de los valores en los que invierten, el Nasdaq Composite y el Nasdaq 100, llegaron a perder, muy cerca ya de final de mes, casi un 8% y un 9%, respectivamente.
En un enero casi idílico, pues, para los fondos de inversión, la mala evolución de los valores y de los fondos tecnológicos constituye una clara llamada de atención: no en vano la última crisis bursátil, comenzada en los primeros meses del año 2000 y que se prolongó hasta hace dos años escasos, tuvo su máxima expresión y alcanzó su paroxismo en este sector al que hicieron entrar en crisis la ansiedad de querer acelerar de manera voluntarista el futuro; el exceso de capacidad, por el incumplimiento de las expectativas de incremento de la demanda de servicios por Internet y, también, la falta de madurez de una tecnología que se daba, de manera prematura, por conseguida y disponible hicieron el resto.
Pero, el miedo que provoca el agitar el espantajo de la burbuja tecnológica que pinchó hace cinco años, ¿justificaría en estos momentos una actitud defensiva? Es demasiado pronto para afirmarlo con rotundidad, aunque las decisiones de inversión están condenadas a ser tomadas o demasiado pronto o demasiado tarde.
La verdad es que la rotundidad de la caída de los índices tecnológicos no se ha correspondido con fuertes caídas de los índices norteamericanos de tipo general (el Dow Jones y el S&P 500 han soportado pérdidas que equivalen a sólo la mitad de las de aquéllos) ni mucho menos con el comportamiento de los índices de la Bolsa española o de la eurozona, lo que les permitió cerrar el mes a los fondos respectivos con 3% y 2,26% de rentabilidades medias.
A pesar de ello, las dudas parecen estar pesando en el ánimo de los gestores de fondos de renta variable: en los que invierten en España la mediana de las rentabilidades se sitúa en 2,55% o, lo que es lo mismo, la mitad de los fondos de este grupo no superan esa rentabilidad, aunque la media sea casi medio punto porcentual más elevada. Es más, parecería como si, en el momento en el que los índices norteamericanos alcanzaron los niveles mínimos del mes, buena parte de los gestores de fondos de renta variable española hubieran decidido reducir algo el riesgo de sus carteras, ya que la recuperación posterior de sus rentabilidades se hace a menor ritmo que la del Ibex 35.
En el terreno de los fondos de inversión el comienzo del año está enviando, pues, señales poco convencionales dada la gran disparidad de comportamiento entre la categoría de los tecnológicos y el resto. Un comportamiento tan dispar, de sostenerse, sólo podría venir explicado por algo muy específico: la excesiva valoración que alcanzaron a finales de los noventa y aún mantienen las empresas de tecnología. Entretanto, los fondos que han proporcionado las rentabilidades más altas vuelven a ser los que invierten en emergentes. La apreciación del dólar ha permitido que los de renta fija en esa moneda acumularan en enero un 5%.
Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.
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