Acerca de Auschwitz y Rumania

En su artículo Auschwitz desde España (EL PAÍS, sábado 29 de enero de 2005), Antonio Elorza se hace eco de las palabras de Violeta Friedman afirmando que, al contrario de lo sucedido con los judíos húngaros, Rumania no entregó "a sus judíos" a las autoridades alemanas. Violeta Friedman en sus memorias afirma que Rumania fue el único país ocupado por los alemanes que tuvo el valor suficiente para rehusar la entrega de sus judíos, y salvarlos así de ser torturados y asesinados, y también de perder sus propiedades.

Respecto a la actitud de los rumanos y su política respecto al "problema judío" hay que advertir que si no entregaron a sus judíos fue porque desde febrero de 1941, fecha en que Rumania entra en la guerra como aliada de los nazis, ellos mismos se habían dedicado a llevar a cabo su particular y horripilante programa de exterminio de la población judía, que no tuvo nada que envidiar a la realizada por los propios nazis. Este hecho lo documenta con claridad tanto Hilberg como Hannah Arendt, quien estima que casi 300.000 judíos rumanos sucumbieron a la ira exterminadora de Antonescu y sus secuaces. Bien es cierto que poco después, y a medida que iba quedando claro que Alemania perdería la guerra, Antonescu decidió exprimir a la comunidad judía económicamente, permitiendo incluso que salieran del país pagando un rescate de 1.300 dólares por cabeza. A medida que el Ejército Rojo se aproximaba a Rumania se llegó a permitir que los judíos salieran más o menos libremente del país, siendo éste uno de los pocos lugares por donde podían emigrar, muchos de ellos a Palestina. Antonescu fue detenido en agosto de 1944 y más tarde juzgado y ejecutado.

De los países del sureste europeo sólo Bulgaria, es decir, su Gobierno, sus ciudadanos y su Iglesia, se negó a deportar a los judíos -tal como exigían los nazis- protegiéndolos activamente.