La sangre fría de Cani dicta sentencia
Como si de un bálsamo terapéutico se tratara, el tanto del pequeño y habilidoso mediapunta de la cantera Cani apaciguó la crispación y el rigor con que la hinchada blanquilla suele tratar a su Zaragoza en La Romareda. Bastó su oportunismo, su sangre fría ante la puerta, sus pulsaciones controladas, para reconciliar a la exigente grada con un equipo que, tras dar cuenta del Málaga y haber aclarado el controvertido tema de las primas tras una tensa negociación de meses, pareció dar el primer paso en su intento por reconducir su trayectoria liguera. El Málaga, carente de pegada, de fútbol incisivo, no bajó los brazos en momento alguno. Pero, en una tarde de atónita permisividad por parte de la afición ante el mal juego desplegado por su cuadro, el tanto de Cani dictó sentencia.
ZARAGOZA 1 - MÁLAGA 0
Zaragoza: Luis García; Ponzio, Álvaro, Milito, Toledo; Movilla, Zapater (Soriano, m. 90); Cani (Galletti, m. 49), Óscar (Javi Moreno, m. 76), Savio; y Villa.
Málaga: Arnau; Alexis, Fernando Sanz, César Navas, Valcarce; Romero (Tote, m. 75), Juanito (Michel, m. 62); Edgar, Miguel Ángel, Duda; y Amoroso (Wanchope, m. 55).
Gol: 1-0. M. 15. Cani, desde el interior del área grande, aprovecha un rechace de Arnau.
Árbitro: Megía Dávila. Mostró la cartulina amarilla a Cani, Galletti y Duda, expulsa por la segunda en el m. 77. Roja directa a Edgar en el 48.
Unos 25.000 espectadores en La Romareda.
Dispusieron ambos conjuntos el mismo sistema de juego sobre el césped de La Romareda. No así la tensión. El Zaragoza apretó los dientes desde el principio y trató de conservar su lado más agresivo hasta que Megía Dávila hinchara sus mofletes para silbar el final del encuentro. Se vio, entonces, las faltas tácticas en la medular para evitar los contragolpes, los marcajes al hombre en las jugadas a balón parado y los gritos a modo de aliento. Aunque no sólo en ganas ganó el Zaragoza a su rival. También se impuso en la parcela táctica. Mérito del técnico local, Víctor Muñoz, que optó por dar más libertad de la habitual a su mediocentro, el espigado Zapater. Mientras Movilla daba un paso atrás, casi incrustado entre los dos centrales, para descolocar a los dos medios centro contrarios, Zapater lo daba al frente para, a sus anchas, abrir los balones a las bandas, buscar el pase en profundidad o, en caso necesario, temporizar y ralentizar el ritmo del juego.
Así, hasta que el colegiado alzó su brazo derecho para mostrar la tarjeta roja a Edgar y Duda. El primero, tras una entrada escalofriante y recibir los ya típicos abucheos racistas, retiró anticipadamente a Cani del terreno de juego. Pero el 8 del Zaragoza ya había cumplido con creces su cometido: marcar el único tanto del partido. Un gol ue sobró y bastó para sentenciar al Málaga, que vuelve a su dinámica perdedora tras haber completado su mejor racha victoriosa de la temporada: dos triunfos seguidos.
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