Solidaridad
Todos los días, a todas horas y en casi todos los rincones de Andalucía hay algún colectivo que nos pide nuestra solidaridad con su problema. Casi nos la exige. Puede ser Tabacalera no se cierra, Bazán somos todos, Si cierran Astilleros nos tienen que matar, el vertedero de Baena, la problemática de los interinos de no sé qué Administración o lo que sea. Todos nos piden solidaridad. Salen a la calle a recoger firmas y si la cosa se pone cruda, una manifestación, luego se pasa al corte de tráfico y sólo una huelga si no queda otro remedio. Y siempre se nos reclama la solidaridad. Es una palabra que se está gastando de tanto uso, porque quienes reclaman nuestro apoyo para su causa jamás serán vistos ofreciendo el suyo propio a otras. Nos obligan a ser solidarios en un corte de tráfico aunque nos dejan en el atasco horas. Cuando llega el momento de comer se van a casa, a la siesta y hasta mañana. Qué tiempos aquellos de Sintel y del 0,7% en los que los demandantes hacían acampadas pacíficas durante días, sin molestar a nadie, expresando sus puntos de vista y consiguiendo, en muchos casos, el apoyo de la mayoría. Desde que a la trilogía de la Revolución Francesa le sustituyó la fraternidad por una más juvenil solidaridad ya ni siquiera se pide, se exige. Y quien no la ofrezca es un malvado burgués o un reaccionario peligroso.
Pero ahora estas nuevas formas de lucha que consisten en bloquear el funcionamiento de una ciudad siempre y cuando a los agitadores no les cueste nada, se han abierto camino. Qué nostalgia de las movilizaciones obreras donde se hacían cajas de resistencia para ayuda a los huelguistas. Ahora se corta la esclusa del Guadalquivir, el Puente Carranza, el del Quinto Centenario o la vía del tren. Eso sí, por la mañana y en horario laboral para que tras la movilización haya tiempo para el descanso. No sé qué opinarían los mártires de Chicago de semejantes formas de lucha, pero desde luego jamás se verán a los movilizados en las concentraciones solidarias con los inmigrantes, con los muertos en las pateras o con el hambre en el Tercer Mundo, aunque quieren que seamos solidarios con ellos. Seguro que no cotizan a Greenpeace, Médicos Sin Fronteras ni Intermon Oxfam, como mucho a su sindicato para que les dé apoyo, y a la peña del barrio y a veces ni eso.
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