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Reportaje:

613 días de velatorio

Las familias recuperan los restos de los militares muertos en el accidente del Yak-42

Miguel González

"Podéis ir en paz". La despedida del capellán Lorenzo Aparicio, al término de la misa en la capilla del cementerio de La Almudena (Madrid), no sonó como una mera frase ritual. Después de 613 días y noches de incertidumbre, las familias de los militares muertos en el accidente del Yak-42 en Turquía recuperaron ayer los restos de sus seres queridos. "Nadie nos los puede devolver, pero saber que ellos ya descansan nos permitirá también descansar a nosotros", explicaba el hermano de uno de los fallecidos.

El funeral de ayer tenía poco que ver con el celebrado el 28 de mayo de 2003 en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). No había banderas, ni bandas de música, ni medallas. Asistieron el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz, y los jefes de Gabinete del ministro José Bono, Roberto López y el general Miguel Lenz. Pero no siguieron el acto religioso desde el sitial reservado a las autoridades, sino confundidos entre el centenar de familiares y amigos. Como unos compañeros más de los fallecidos.

"¡Volvemos a casa!", dijo una anciana ante el féretro de su hijo muerto hace 20 meses

Curra, la periodista que hizo de portavoz de las familias en estos casi dos años, eligió como lectura para la ceremonia el Salmo de los Justos. Por los muertos. Pero tal vez también por los que tuvieron que dar un paso al frente para evitar que la ignominia de algunos manchase al conjunto de las Fuerzas Armadas

Entre el 22 y el 30 de noviembre pasados, una comisión de la Audiencia Nacional exhumó los restos de 21 de los 62 militares españoles fallecidos en Trabzon (Turquía). Los forenses confirmaron lo que los parientes temían: que los generales enviados por el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, repartieron arbitrariamente los cuerpos de los que se hicieron cargo y se equivocaron en la identidad de todos ellos. El error afectó a 30 cadáveres, pero en nueve casos fue imposible repararlo, pues ya habían sido incinerados.

El momento más doloroso llegó al final, cuando los furgones abandonaron de uno en uno La Almudena rumbo a su destino definitivo. Las lágrimas volvieron a brotar de unos ojos que parecían haber agotado su caudal de sufrimiento. Madres, viudas e hijos tocaban el ataúd con la etiqueta en la que figuraba el nombre de su pariente y, por vez primera, tenían la seguridad de que él estaba dentro. "¡Volvemos a casa!", dijo una anciana ante el féretro de su hijo. A casa. Es decir: a Albacete, Pozohondo (Albacete), Lalín (Pontevedra), Aljezares (Murcia) o Moraleja (Cáceres). Dos fueron enterrados en Madrid, tres partieron hacia Zaragoza, dos hacia Burgos y uno a Valencia. Dos familias, procedentes de La Rioja y Ávila, no pudieron llegar por el mal estado de las carreteras y los seis restantes fueron incinerados en Madrid.

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Tras la restitución de los difuntos a sus verdaderos parientes, la juez Teresa Palacios tiene por delante la tarea de aclarar por qué se produjo este monumental despropósito, quién ordenó que se repatriaran los cuerpos sin atender las advertencias de las autoridades turcas o de la mínima prudencia y por qué se engañó a las familias y se ignoraron sus derechos. Aunque hasta ahora se ha mostrado poco dispuesta a profundizar en la investigación, Carlos Ripollés, presidente de la asociación que agrupa a la mayoría de las familias, confiaba ayer en que la juez cambiará de actitud tras comprobar que las sospechas de irregularidades se han visto superadas por la realidad.

"Las elecciones pueden justificar muchas cosas, pero hay una cosa que me parece injustificable y es que a los muertos no se les deje en paz. ¡Dejen en paz a los muertos!", clamó el ex presidente José María Aznar en marzo pasado, ante las denuncias de errores en la identificación de los cadáveres del Yak. Desde ayer no sólo los muertos, especialmente los vivos han recuperado algo de paz.

Familiares de uno de los fallecidos en el accidente del Yak-42, junto al furgón con el féretro.
Familiares de uno de los fallecidos en el accidente del Yak-42, junto al furgón con el féretro.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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