"Me gusta explorar en la comedia para tratar de ser mejor actor"
Sonríe, gesticula, se emociona y en pocos minutos es capaz de hacerse con todo aquel que se encuentra frente a él. A sus 67 años, Dustin Hoffman confiesa que sigue sus impulsos tanto en su vida como en sus proyectos cinematográficos. En el cine lo ha demostrado en uno de sus últimos trabajos, Los padres de él, de Jay Roach, película que ayer estaba promocionando en Madrid y en la que interpreta al padre más gamberro que uno puede imaginarse. La secuela de Los padres de ella lleva recaudados más de 250 millones de dólares en cuatro semanas de exhibición en Estados Unidos y podrá verse en España a partir del 4 de febrero.
Tras una espera de hora y media, aparece en la habitación del hotel en la que estaba citado con un grupo de periodistas, pide disculpas, sonríe y, con una agilidad asombrosa, responde a la pregunta imitando los gestos y el tono de voz de quien ha formulado la pregunta. "Me gusta explorar en la comedia porque te permite mejorar como actor y uno llega a una edad en la que puede hacer lo que más le apetezca. Mi ego creo que está más que satisfecho, no tengo que preocuparme por ganar más dinero o por hacer un papel protagonista. Mi físico me limita bastante para hacer algunas películas, y a estas alturas no me voy a poner a participar en filmes de acción".
"Mi físico me limita bastante para hacer algunas películas, y a estas alturas no me voy a poner a participar en filmes de acción"
"En EE UU, si tienes 20, 30 e incluso 40 años, puedes conseguir papeles protagonistas. Después de los 50 años ya es fatal"
"Resulta complicado ir a cualquier país sobre el que Bush no haya extendido sus tentáculos"
El ganador de dos oscars por Kramer contra Kramer (1979) y por su papel de autista en Rain man (1988) confiesa que llegó a esta conclusión después de una intensa charla con su mujer, la abogada Lisa Gottsegen, con la que lleva unido más de 20 años. "En Estados Unidos, si tienes 20, 30 e incluso 40 años, puedes conseguir papeles protagonistas. Después de los 50 años ya es fatal. Mi mujer me dijo: 'Olvídate de si es un papel protagonista o secundario, olvida el guión y el salario y míralo como una experiencia creativa'. Y así lo hice", comentó Hoffman, que justificó así su presencia en Los padres de él, como en la película Descubriendo Nunca Jamás, candidata a siete oscars.
Defiende de forma apasionada la comedia. "Es un género que no es nada fácil de interpretar, y si una película cómica está bien hecha, es capaz de enganchar a toda la familia. La vida está llena de ironía y hay que saber aprovecharse de ella".
Dustin Hoffman es en Los padres de él el esposo de Barbra Streisand, el padre de Ben Stiller y consuegro de Robert de Niro. Hoffman interpreta a un hombre alegre, directo, simpático y al que no le importa lo que los otros piensen de él. "Me apetecía interpretar ese papel para meterme en la cama con Barbra Streisand, es estupenda y era la primera vez que coincidíamos en una película", dice con cierta sorna.
Cuenta que cuando el director Jay Roach acudió a su casa para ofrecerle el papel le pidió que actuara tal y como se comporta en su vida diaria. "
Parece que me parezco tanto a mí mismo que es la primera vez en la que mis hijos se han sorprendido de mi interpretación; me han dicho que estoy fantástico. Me gusta y me divierte traspasar fronteras y romper tabúes. Es algo que siempre he hecho, y mucho más ahora".
En el transcurso de la conversación cita en varias ocasiones a su mujer y a sus cinco hijos, y es incapaz de ocultar sus sentimientos cuando habla de temas relacionados con la vida o la muerte. Hablando del dolor y del cáncer, una periodista le comentó que sabía de lo que hablaba porque había perdido a su marido por esta enfermedad hacía cuatro meses. Él le contó que también había perdido así a un familiar y, saltándose todo tipo de normas, Hoffman la abrazó, lloró; después, llamó a su esposa a la habitación del hotel y ambos se fueron a dar vueltas durante casi una hora por los pasillos del hotel, cambiando la agenda de entrevistas que tenía preparada durante toda la jornada.
Repuesto de la situación, volvió ante los periodistas y las cámaras para responder a nuevas preguntas. En una de ellas habló de la inteligencia y la profesionalidad del actor Johnny Depp, con quien ha compartido créditos en Descubriendo Nunca Jamás. "Me apetecía mucho trabajar con Depp porque me parece uno de los actores más interesantes que hay en estos momentos en Estados Unidos. Tiene un gran talento y es un gran profesional".
El protagonista de El graduado, Papillon y Tootsie dice que está abierto a trabajar en cualquier lugar. "¿Cine en Europa? Les sorprendería saber que algunos de mis héroes nunca me han invitado a trabajar con ellos, como Buñuel, Almodóvar o Walter Salles. Llamen a Almodóvar y díganle que estoy abierto a todo tipo de propuestas".
Si alguien quisiera obtener una respuesta breve de este histriónico actor, le resultaría prácticamente imposible porque es capaz de pronunciar un parlamento de 10 minutos para contestar a una pregunta. Sabe que es incapaz de ser breve y pide a la traductora que si se alarga le haga un gesto, como tocarse la nariz.
Son casi las tres de la tarde y no ha comido, se para ante una mesa de bebidas y bocadillos, picotea de uno y bebe cerveza en una copa con pajita. Responde a un nuevo grupo de periodistas y abandona la habitación porque ha llegado el estilista -Manolo García, uno de los candidatos a los Oscar por Mar adentro-. Ha pedido que sea él quien corte su puntiagudo pelo gris.
A su regreso, habla de política y del Gobierno de su país. "No me gusta, pero resulta complicado ir a cualquier otro país sobre el que Bush no haya extendido sus tentáculos. Estados Unidos es el país más poderoso del mundo y, por lo tanto, su líder es el que más manda. No resulta fácil escapar de Bush. Si alguien conociera un lugar donde eludirlo, le ruego que me lo haga saber".
Hoffman, que después de muchos años se encuentra de nuevo solo con su esposa -sus cinco hijos han abandonado el hogar familiar-, seguirá viviendo en Los Ángeles. "Tengo un apartamento en Londres, pero por ahora mi casa está en América". Mostró su total desacuerdo con la política de George Bush porque, entre otras cosas, ha potenciado el miedo para ganar y gobernar esta legislatura. "No hay nada que se venda mejor que el miedo, y el equipo republicano supo utilizarlo muy bien para poder ganar los comicios. El elemento del miedo era tan potente que se sabía que iba a volver a ganar".
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