Freire se rebela contra las nuevas normas antidopaje porque vulneran su intimidad
El corredor pide a sus compañeros que se movilicen frente a la exigencia de estar localizables 24 horas al día
Como figura entre los 50 primeros de la clasificación mundial de ciclismo, Óscar Freire, triple campeón del mundo, recibió en noviembre una carta de la Unión Ciclista Internacional (UCI) reclamándole que rellenara un formulario, en inglés y francés, para explicar hasta el mínimo detalle dónde iba a estar cada una de las 2.160 horas de los tres meses siguientes para que pudiera ser localizado en caso de que se le quisiera someter a un control antidopaje. Su primera reacción fue de incredulidad; la segunda, de rebeldía; la tercera, de acatamiento. Ha pasado más de un mes y los tres sentimientos perduran.
"En vez de ser ciclista, parece que eres el mayor matón de la historia"
"Pensé en no rellenar el formulario. Hablé con la asociación de corredores, esperando que nos dijeran que no lo rellenáramos, pero vi que cada uno había ido por su lado y terminé rellenándolo, pero por imperativo legal, a mi manera", comenta Óscar Freire, concentrado con su equipo, el holandés Rabobank, en Xàbia (Alicante). "Lo envié acompañado de un papel en el que aducía que aquello iba contra la Constitución y contra el derecho a la intimidad. No me han dicho nada", agrega.
Los expertos en la lucha contra el dopaje están de acuerdo en que la forma más eficaz de abordar el problema son los controles por sorpresa, fuera de la competición, durante las épocas de entrenamiento. Así, para poder llevarlos a cabo, las federaciones y las agencias necesitan conocer los paraderos de los deportistas.
La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) también utiliza unos formularios similares a los que han encrespado a Freire y al colectivo ciclista y que la UCI ha enviado no sólo a los 50 mejores ciclistas del mundo, sino también a un número indeterminado de corredores sospechosos.
Si un deportista da informaciones falsas o no rellena el formulario y el organismo que intente controlarlo no da con él, a la tercera ocasión se considerará como un control positivo y sufrirá una sanción de dos años de suspensión.
"Estoy entre los 50 mejores de la UCI. He pasado unos 20 controles en 2004. Llevo ocho años de profesional. Y nunca he dado positivo. Así que, para empezar, no debería estar en esa lista", alega Freire. "Además", continúa, "este formulario puede ir en contra de los ciclistas. Si yo no puedo saber dónde voy a estar dentro de cinco días, menos sabré dónde voy a estar dentro de dos meses. Y, luego, no sé ni qué carreras voy a correr. No puedo decir qué voy a hacer en los próximos tres meses. Yo no soy adivino. Y el tener que hacer esto... En vez de ser un ciclista, parece que eres el peor matón de la historia de España. Creo que no hay ninguna persona que tenga que dar explicaciones de dónde se encuentra cuando sale del trabajo".
Antes de reflexionar en voz alta sobre la cuestión suscitada, Freire se ha movido. Ha hablado, con poco éxito, con la asociación de corredores. Se ha sentido frustrado por su tibia respuesta. También se ha quejado amargamente ante las autoridades deportivas. Sin efecto. "La única solución es que los ciclistas hagamos algo. Si no hacemos nada, esto irá hacia adelante", afirma. "No creo que los ciclistas seamos egoístas", añade; "el problema viene de las presiones de los equipos y de los patrocinadores. Esta nueva ley de los cuatro años hace recaer una vez más todo el peso del tema sobre el ciclista, no sobre el equipo ni sobre el patrocinador. Siempre el afectado ha sido el ciclista. Ni directores ni médicos. Sólo el ciclista. Los ciclistas van pasando y los directores siguen siendo los mismos. Si se soluciona será por los ciclistas. Pero será difícil por las presiones".
Cuando habla de "nueva ley de cuatro años", Freire se refiere al "pacto ético" que han firmado los 19 equipos del ProTour por el que se comprometen a no fichar durante cuatro años a ningún corredor que haya tenido un problema de dopaje. "Hasta ahora, a nadie, salvo a la UCI y unos pocos más, a nadie, ha convencido el ProTour", dice. "A los ciclistas, ahora que tanto se habla de la salud, nos va a afectar desfavorablemente", prosigue; "vamos a tener que correr muchas más pruebas. No se ha contado con los ciclistas para el ProTour ni con ninguno que represente a un ciclista. Ellos lo mueven todo. Y eso de que un ciclista que dé positivo esté sancionado cuatro años es eliminarle de su carrera deportiva. Para el ciclista, esto no va a venir muy bien. Para el ciclismo, no lo sé. Y a los que no son ciclistas les da igual. Les importa tres narices lo que le pase al ciclista. Ellos siguen adelante y no creo que así el ciclismo mejore mucho".
Es 24 de enero, el día del año, según los estadísticos, más propicio para estar deprimido. Freire dice que no, que está ilusionado. Habla de ganar el Tour de Flandes... Pero enseguida vuelve al nubarrón negro. "Todo ha ido en contra del ciclista. El dejarnos controlar, el dejarles meterse dónde no debían, ha ido en contra del ciclista. Al ver que somos débiles, es fácil meterse con nosotros. En otros deportes les han parado". Cuando empecé en esto, cuando ganaba un ciclista, era un campeón", concluye; "ahora, cuando gana un ciclista y da una exhibición, es un sospechoso. La gente le mira de otra manera, empieza a pensar que si va dopado... En la NBA son unos campeones y seguramente toman productos que no están permitidos en el ciclismo. Y los del ciclismo no somos campeones y ni siquiera somos unos dopados. Somos unos drogadictos, que es la imagen que están dando de nosotros".
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