"Los deportistas son las víctimas y los únicos castigados", critica el CSD

Santi Pérez, el ciclista asturiano positivo por transfusión sanguínea tras la última Vuelta a España, ha sido el primer corredor que ha sufrido los efectos del "pacto ético" de los equipos del ProTour. Como aún no ha sido sancionado -su expediente se acelerará una vez que el Tribunal Superior de Madrid no ha admitido a trámite una demanda suya-, intentó fichar por algún equipo. Por descontado, no se dirigió a ninguno del ProTour: ya le había llegado el mensaje de que no se le admitiría. Lo intentó con otros más modestos. Le rechazaron también. Se arriesgaban, le dijeron, a que los organizadores de las grandes pruebas no les invitaran por tener en sus filas a un corredor con un problema de dopaje.

Rafael Blanco, director general de Deportes y presidente de la Comisión Nacional Antidopaje -una de las poquísimas personas en España con poder para ordenar cuando quiera un control antidopaje a un deportista determinado- está, a su manera, de acuerdo con Óscar Freire. "Los deportistas", dice Blanco, "son la mayoría de las veces las víctimas del sistema y, al mismo tiempo, los únicos a quienes se castiga".

Ni entrenadores, ni médicos, ni directivos, ni directores, ni masajistas suelen ser sancionados cuando se produce un positivo. "Ahora no se puede sancionar por dopaje a quien no tenga licencia federativa y, muchas veces, por falta de pruebas", indica Blanco; "esto lo intentaremos cambiar con el Plan Nacional Antidopaje. Intentaremos modificar algunos artículos del Código Penal para penalizar el dopaje y a la gente del entorno".

A diferencia de Francia o Italia, la práctica del dopaje no se considera delito en España. Si hay voluntad policial para perseguir el tráfico de sustancias dopantes, que ha experimentado un tremendo aumento, se hace basándose en los artículos que reprimen los delitos contra la salud, los mismos en que se basan para perseguir el tráfico de drogas.