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Solari prepara su adiós al Madrid

El argentino encara el final como un ídolo del Bernabéu, pero bajo la indiferencia de la directiva

Diego Torres

El golazo de Solari al Mallorca levantó al estadio Bernabéu en una ovación unánime, típica de multitudes apasionadas cuando de causas perdidas se trata. Justamente ahora que termina su contrato, en junio, la hinchada declara al argentino su aprecio total. Los aficionados al fútbol saben que cuando un club quiere renovar a un jugador lo hace antes de que le quede menos de un año. Debido a los riesgos que entraña la práctica de este oficio, la regulación de la FIFA prevé que seis meses antes de la finalización del compromiso los jugadores son libres para negociar con otros clubes. Eso le ocurre a Solari, que tiene 27 años y no para de recibir ofertas. En junio quedará libre para ir adonde quiera y para pedir sueldos que, al menos, duplican el que gana actualmente. El Madrid, por otra parte, no le ha hecho ninguna oferta. Ni se la ha hecho ni le ha demostrado que esté dispuesto a hacérsela desde que llegó al club, en el verano de 2000, con el cartel de último fichaje del ex presidente, Lorenzo Sanz. A Solari nadie del Madrid le ha llamado para felicitarlo por su gran gol. Todo lo que sabe es esa declaración extraña de Emilio Butragueño, el vicepresidente, que, bajo la presión de las preguntas periodísticas inquiriendo acerca de su renovación, el mismo domingo, dijo: "Cada vez que sale al campo hace merecimientos (...). Es un clamor popular".

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Butragueño se muerde la lengua porque sabe de política. Florentino Pérez nunca fue partidario de tener a Solari en la plantilla, pero, paradójicamente, tampoco hizo nada por traspasarle. El que el presidente sea un hombre de ánimo voluntarioso, apasionado, no significa que se haya ocupado de resolver el problema desde un punto de vista práctico. En su enorme deseo de formar un equipo dividido entre superestrellas y canteranos, zidanes y pavones a nivel popular, sin término medio, procuró que los jugadores como Solari desaparecieran por inercia. Su condición de fichaje de Sanz pudo ser un sello insoportable a los ojos de los nuevos dirigentes.

Víctima de esta política, Solari ha ocupado un lugar marginal. En ocasiones, como ocurrió en diciembre de 2002, el club le llegó a emplazar para que se fuera. "Debes buscarte un equipo", le dijeron los enviados presidenciales; "estás fuera del proyecto". En 2002, Pérez ofreció a Solari al Inter como pago por el fichaje de Ronaldo. El Inter, luego, dijo que nunca había querido a Solari, pero el Madrid se esforzó por que rescindiera su contrato sometiéndolo a una batería de persuasiones similar a aquéllas a las que sometió a Morientes, McManaman, Munitis, Celades o Karanka: por espacio de seis convocatorias, se quedó en la grada. Pero fue inútil. Preguntado en 2003 con qué derecho pretendía quedarse en el Madrid, contestó: "Con el derecho que me da el contrato y, sobre todo, con el que da el rendimiento en el campo".

El jugador persistió en su idea de quedarse hasta que en el verano de 2003 comenzaron a interesarse por él equipos como el Milan o el Lazio. En agosto pasado, y ante la perspectiva de pasarse otra temporada en el banquillo, Solari, con el Madrid de por medio, entabló conversaciones con el Manchester United. Allí le esperaban Carlos Queiroz y Walter di Salvo, ex técnicos del Madrid. La operación estaba medio cerrada, pero se frustró el día que el entrenador, José Antonio Camacho, le hizo jugar un partido oficial en la Liga de Campeones. El Madrid, inesperadamente, lo consintió y perdió la posibilidad de ganar dinero con el jugador. El Manchester no quería un hombre incapaz de competir en Europa. La única explicación que le dieron a Solari en el Madrid fue la que le dio Camacho, que dijo actuar de forma egoísta, pensando en que le sería útil en una temporada muy cargada.

En la campaña 2001-02 Solari fue capital en la conquista de la Liga de Campeones, marcando goles decisivos al Oporto y actuando como volante junto a Makelele. En la pasada, con los minutos muy dosificados, se convirtió en el centrocampista que más goles de jugada hizo en el Madrid, por delante de Beckham, Zidane y Figo. En este curso, su entrega y sus dos goles al Tenerife sirvieron para sostener al Madrid en la Copa. El día que faltó, contra el Valladolid, el equipo quedó eliminado.

Su gol al Atlético, en el Calderón, o el que le hizo al Mallorca premian a un futbolista que se ha tomado cada entrenamiento como si fuera el último. Ahora se dispone a afrontar sus últimos cuatro meses vestido de blanco. Por el derecho que le da el contrato y por la consideración que le guarda su público.

Solari festeja su gol al Mallorca abrazado por Beckham.
Solari festeja su gol al Mallorca abrazado por Beckham.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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