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FÚTBOL | 20ª jornada de Liga, apertura de la segunda vuelta

El Mauro Silva de El Madrigal

Tras dos lesiones gravísimas y una sanción de dos meses por dopaje, el brasileño Senna da equilibrio al brillante Villarreal

En un equipo tan exuberante como el Villarreal, Marco Senna da un punto de equilibrio necesario. Casi de austeridad. Se planta en el medio centro y actúa de guardaespaldas de Riquelme. Recupera y reparte de manera cartesiana, no exenta de calidad en el pase y el disparo. Vestía completamente de negro el jueves, tras el entrenamiento, y lucía dos anillos de oro y un abultado reloj de pulsera. Una leyenda en la parte trasera de su coche, Jesús te ama, advierte de su profunda religiosidad.

Senna, de 28 años, debutó en la Primera División de su país pocos meses antes de que su padre falleciera de un infarto en un campo de fútbol. "Fue el 14 de septiembre de 1997. Era el minuto 15 de un partido de veteranos. Tenía 46 años. Siempre jugaba de central, pero ese día faltaba un lateral izquierdo. Eso le mató: sprintó más de lo habitual". Al menos, el camionero y futbolista aficionado vivió lo suficiente para ver a su hijo de profesional. Su infancia reproduce el modelo del niño pobre que jugaba "descalzo" por las calles de São Paulo, aunque matiza: "Mis padres no nos vestían bien, pero sí nos alimentaron bien. Por eso mis tres hermanos y yo hemos crecido sanos".

"Conscientemente, no tomé nada", insiste el medio centro respecto a su positivo por cortisona. Ahora anda con pies de plomo
Es el guardaespaldas de Riquelme, que se desentiende de las labores defensivas: "Si trabaja, su calidad baja. Es lo que le sucede a Aimar"

A los 11 años entró Senna en la escuela del São Paulo. Tres cursos. Hasta que se cansó. Quería ganar dinero y se empleó de chico de los recados. Dejó de entrenarse, pero no de jugar cada domingo. Por placer. Y le gotearon las ofertas, aunque tardaron dos años en convencerle de que volviera a inscribirse en un club. Fue el Río Branco, en el que debutó en Primera antes de llegar al Corinthians. Allí conoció a Vanderlei Luxenburgo; "tácticamente", su mejor entrenador: "Te sorprende y quiere ganar siempre. El empate no le sirve". Después llegó al São Caetano, "parecido al Villarreal en cuanto a tamaño", que le dio a conocer internacionalmente al ser subcampeón de la Copa Libertadores (2002). El Villarreal fue a fichar a alguien distinto y se quedó con él.

Senna ya lleva dos años y medio en El Madrigal. Eso sí, muy castrados tras romperse dos veces el ligamento cruzado de la rodilla derecha: "Es lo mismo que les pasó a Ronaldo o a Calleja

". Dieciséis meses de recuperación que se sumaron a otros dos de sanción por habérsele hallado cortisona tras la final de la Copa Intertoto, el verano pasado, ante el Atlético. "Conscientemente, no tomé nada", afirma. Ahora anda con pies de plomo, "de menos a más", y tratando de ahuyentar el temor a otra lesión: "No me siento bien si cobro y no juego".

Pese a ser el encargado, junto a Josico, del barrido del centro del campo del Villarreal, Senna no se considera un medio centro defensivo: "Más bien, ofensivo. Antes era más delgado y rápido. Ahora juego retrasado y es más fácil porque voy de cara. No soy rápido en la larga distancia, pero sí en la corta. Para eso me entreno. También trabajo el tren superior en el gimnasio, algo que odiaba, para tener más potencia". Corre que se las pela mientras Riquelme se desentiende de las labores defensivas. ¿Cansado?: "No. Riquelme da cada partido dos o tres pases de gol. Marca las diferencias y, si empieza a trabajar, su calidad baja. Es lo que le sucede a Aimar en el Valencia. Si debe ayudar en la defensa, pierde fuerza ofensiva".

Senna admira a Deco, Xavi y Guti y está encantando de que su entrenador, el chileno Manuel Pellegrini, apueste por los entrenamientos con el balón. "Cuando salgo de casa, estoy contento porque sé que vamos a tocar la pelota. En Brasil, a principios de semana, te entrenas con zapatillas porque no vas a tocarla.Aquí, siempre, incluso en la pretemporada". Se nota cada domingo en la idílica relación del equipo amarillo con ella: el gusto por el fútbol elaborado y una ambición sin límites.

Cuando Senna llegó a España, el club castellonense se conformaba con poco: "Ahora, cuando marcamos un gol fuera, vamos a por el segundo". La competencia ha crecido. En la nómina de suplentes: Figueroa, José Mari, Roger, Battaglia... "Yo tengo a Battaglia esperando", advierte. ¿Hasta dónde llegará el Villarreal? "Lucharemos por el cuarto puesto". En el Betis está su primo Assunção, de quien explica su estancamiento: "Se le murió su padre, se lesionó, nació su hija, cayó enferma...".

SCIAMMARELLA

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