"La patronal no ha cambiado el paso en términos políticos"
Asturiano de cuna y catalán de adopción desde que llegó con 17 años para trabajar en La Maquinista, Josep Maria Álvarez ha anunciado que se presentará a la reelección como secretario general de UGT, en el Congreso de Lleida en junio.
Tras 15 años en el cargo, Álvarez se declara "ilusionado como sindicalista ante las perspectivas que aporta el cambio político en Cataluña y España". Concede un aprobado alto al Ejecutivo tripartito, pero con matices: "El acuerdo de competitividad es de lo más positivo, pero hay suspensos en función pública, política de vivienda y justicia, en lo relativo a prisiones".
Pregunta. ¿Qué perspectivas aporta desde el punto de vista sindical el cambio político?
Respuesta. Hasta hace un año siempre tuvimos el mismo interlocutor, el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Tras las elecciones se abrieron nuevas vías de relación plasmadas en el acuerdo sobre la competitividad, necesario para cambiar de registro en el sistema productivo. Y eso, precisamente, es lo que más ha pesado en mi decisión de presentarme a la reelección, junto a las muestras de apoyo en el sindicato.
P. Tras 15 años al frente de la UGT de Cataluña, ¿nunca se ha planteado la retirada o la posibilidad de dar el salto a la política?
R. Cuando uno se presenta debe hacerlo con todas las consecuencias. Hace ocho años propuse limitar los mandatos, pero el congreso votó en contra. Y en relación a la política, mientras sea secretario general nunca me voy a plantear esa posibilidad. Puede que haya sonado en algunas quiniela, pero me han planteado entrar en política menos veces de las que se dice.
P. ¿Cómo puntúa al Gobierno tripartito catalán?
R. Lo justo es un aprobado alto, aunque esa nota me haya costado algún comentario injusto en mi círculo. El acuerdo de competitividad demuestra el talante dialogante del Ejecutivo. Luego está el sello identitario y nacionalista... Pero a la UGT le interesa el plan estratégico, el nuevo modelo productivo y las políticas sociales que se van a desarrollar. Si bien hay suspensos en aspectos como la función pública, la política de vivienda y la justicia, en lo relativo a las prisiones.
P. ¿Y en materia laboral?
R. El Departamento de Trabajo ha mejorado la gestión de los expedientes de regulación de empleo. En cambio, en materia de seguridad y salud no se ha hecho prácticamente nada, aunque las cifras sean algo mejores.
P. Voces críticas calificaban el acuerdo sobre competitividad de "música celestial". ¿Es suficiente para cambiar la dinámica de la economía catalana?
R. La Generalitat tiene competencias limitadas. El acuerdo no puede ser la panacea: debe haber un pacto complementario con el Gobierno central en áreas como la internacionalización o las infraestructuras. Pero abre posibilidades y es evidente que Cataluña tiene especiales problemas de competitividad.
P. Las negociaciones entre los sindicatos y la CEOE están bastante varadas. ¿Cuál es la situación en Cataluña?
R.No parece que haya grandes desacuerdos con los empresarios. El distanciamiento acerca del salario mínimo obedece a un cierto desencuadre de la patronal: jugó duro a favor del Gobierno anterior y no ha cambiado en términos políticos.
P. Ha criticado duramente las importaciones textiles asiáticas en sus intervenciones. ¿No se puede confundir esa postura con cierto tipo de dumping a favor de las empresas españolas?
R. En absoluto. No estamos en contra de la liberalización del textil. Pero sí en contra de competir con países en los que hay mano de obra infantil o no hay derechos sindicales. Y lo más importante: la apertura de aduanas no puede poner en peligro la salud y la seguridad de las personas. Si las empresas europeas no pueden utilizar productos cancerígenos para fabricar prendas de vestir, tampoco deben hacerlo las asiáticas. Actualmente, las importaciones no pasan ningún control.
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