_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Relato del dolor y la espera

Después de editar dos libros maravillosos de Dino Buzzati (El secreto del bosque viejo y La famosa invasión de Sicilia por los osos) la recién creada editorial Gadir vuelve a la carga con Un amor, una novela bien distinta de las suyas. Hay un tema recurrente en este autor que es el de la espera, representado por su obra maestra, El desierto de los tártaros (Alianza), la impresionante historia del oficial Giovanni Drogo en la Fortaleza Bastiani esperando al enemigo que nunca llega y que debió inspirar tanto la canción Zangra a Jacques Brel como Esperando a los bárbaros a Coetzee. Otro asunto recurrente es el del escenario: el campo, la naturaleza, los confines de una provincia o un reino... pero en la novela que comentamos se produce una excepción: es una novela ciudadana.

UN AMOR

Dino Buzzati

Traducción de Carlos Manzano

Gadir. Madrid, 2004

324 páginas. 20 euros

Buzzati es un escritor sobre el que se ha hecho gravitar la sombra de Kafka. Es también contemporáneo de Savinio, De Chirico, Bontempelli y se le coloca igualmente la etiqueta de surrealismo, acaso por sus ambientes llenos de extrañeza. Lo kafkiano se trasluce en El desierto de los tártaros o en el relato Los siete mensajeros (Alianza), pero no en los dos libros que cité al inicio de esta reseña y que son más bien parábolas o fábulas que admiten tanto un lector infantil o adolescente como un adulto, aunque, desde luego, provocan lecturas diferentes. Yo aconsejo leerlos porque romper el tabú de los libros "autorizados para todos los públicos", cuando son de este porte, pueden traer la felicidad a muchos lectores adultos.

Pero estábamos en Un amor.

Es la historia de un hombre soltero, de unos cincuenta años, que se gana la vida holgadamente y que tiene su vida sexual resuelta por medio de las citas que concierta periódicamente con una madame de confianza. Mas hete aquí que un día la madame le concierta una cita con una chica nueva, una tal Laide. Poco a poco el gusto, unido a la curiosidad, va creando una relación por parte del burgués (Antonio) que acabará convirtiéndose en dependencia. Y por la dependencia es por donde entraremos en ese mundo buzzatiano en el que la espera se convierte en destino; en este caso la espera es por la muchacha a la que él desea y que continuamente le sume en la confusión de no saber si miente o dice la verdad hasta que eso ya no importa pues el paso siguiente, la degradación, lo encamina hacia una obsesión angustiosa, tan perentoria como el respirar, tan dolorosa como la asfixia.

Lo que sucede es que el clima de origen kafkiano que impregna sus obras mayores no se plantea aquí como tal, no tiene ese aire incierto e inquietante característico sino que, por el contrario, se sumerge en la más decidida cotidianeidad. El relato está contado por un narrador y por el mismo Antonio en monólogo interior, voces ambas que llegan a cruzarse; con alguna excepción, como la escena del ensayo en La Scala, el relato es intimista, se ciñe a la relación del burgués y la protegida y siempre estamos, directa e indirectamente, en el punto de vista de él. Laide es un personaje misterioso porque nunca sabemos cuándo dice la verdad y cuándo no, pero es un personaje que apenas progresa. En cambio, Antonio sí; él sí va cambiando a lo largo del relato y podría decirse que todo cuanto sucede en el transcurso del mismo está en función de esa mente atrapada por una obsesión que alcanza extremos de verdadera estridencia.

Él, aunque tiene una relación carnal con ella, en realidad acaba por imaginarla para desearla; y la imagina con otros, imagina su vida cuando no está con él, imagina sus propios deseos también; por ahí, no por la cama, es por donde resulta verdaderamente atrapado y donde ella lo maltrata, pero no con sadismo sino con su propia libertad. "Siempre ella, instalada salvajemente en su cerebro, que desde su cerebro miraba a otros, telefoneaba a otros, ligaba con otros y hacía el amor con otros, entraba y salía, partía siempre con una agitación frenética para sus numerosos asuntos particulares y tráficos misteriosos".

Puesto que sabe o acepta

que ella no le ama, su imaginación se nutre de celos. Llega a autohumillarse imaginándola con un cliente y esa imaginación alcanza imágenes tan autolesivas (y expresivamente tan notables) como ésta: "Lo excitaba y lo besaba, solícita, en los puntos más sensibles y se divertía con los estremecimientos espasmódicos del viejo, como una niña que pincha a un sapo por el gusto de verlo saltar". ¿Qué es lo que, en el fondo, espera Antonio en este ejercicio de masoquismo? Curiosamente, y éste es el fondo de la historia, el amor. "¡Qué estúpido había sido al no haberse dado cuenta hasta entonces! ¿Qué interés tendrían un acantilado, un bosque, una ruina, si no entrañaran una espera?". Ah, la espera, el gran tema. Esta vez, aplicado de manera cotidiana, realista, a un asunto burgués en medio de una gran ciudad. Magnífica escritura que, sin embargo, no deja de resultar algo premiosa a ratos -nunca repetitiva, pues, cuando esto sucede, es buscando un efecto- y de eso, en mi opinión, se resiente un tanto el relato. De eso y de la falta de algún escalón en el ascenso de la curiosidad a la pasión obsesiva.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_