El goleador ambidiestro
El Villarreal halla una joya en el delantero uruguayo Forlán, que se hizo futbolista tras un accidente que dejó paralítica a su hermana
Es la ventaja que tiene ser ambidiestro. "En el regate, salgo para un lado o para el otro, indistintamente, según por donde el defensa me deje el espacio", explicaba ayer por teléfono Diego Forlán, que le agradece ahora a su padre la insistencia: "Con mi padre, de pequeño, me iba un campo y allí me hacía practicar con la izquierda. Y yo no quería...". El delantero uruguayo del Villarreal, de 25 años, suma nueve goles en la Liga, los dos últimos el domingo al Barça, en un recital del conjunto castellonense. "Fue mi mejor partido en España", reconoce Forlán, que achaca sus altibajos a que lleva un año y medio sin descansar: "Jugué la Copa América con Uruguay y el Manchester no me dejó parar. Llevo varios años sin pretemporada". Es, en cualquier caso, el complemento ideal para Riquelme. "No soy un nueve de área, sino que me descuelgo a las bandas, siempre buscando el espacio, siempre en carrera", añade. Y, llegada la hora de la verdad, le encanta disparar de primeras. "Es que los balones son cada vez más rápidos y a los porteros se les escapan mucho".
Estudiante del Colegio Británico de Montevideo, Forlán no chocó con el inglés cuando fichó por el Manchester United en enero de 2002. Marcó 23 goles en dos años y medio en Inglaterra, pero careció de continuidad. Desmiente, eso sí, la imagen de ogro del entrenador del United, Alex Ferguson, de quien asegura que "es muy buena persona". Claro que cuando en verano pasado llegaron Rooney y Smith al cuadro de Manchester, Forlán se buscó una salida. "El Villarreal me gustó porque es un club que quiere crecer", dice, mientras el consejero delegado del club castellonense, José Manuel Llaneza, explica el fichaje: "Cuando el Levante lo dejó, entramos nosotros. Hablamos con Ferguson y se arregló". El Villarreal pagó por él unos tres millones de euros. A tocateja, que es lo que más apreció el club británico.
Hijo de Pablo Forlán, lateral derecho del mítico Peñarol de los sesenta, campeón de la Copa Libertadores de 1966 ante River Plate y de la Intercontinental ante el Madrid, Diego entró a los 14 años en el Peñarol. Antes, a los 10, sufrió un terrible golpe familiar: su hermana Alejandra se quedó paralítica tras un accidente de tráfico en el que falleció su novio. Alejandra vive en Montevideo y pasa temporadas en la casa de Diego en Castellón, acondicionada para la discapacidad de su hermana. "Hubo un malentendido en una entrevista según la cual me hice futbolista para ayudar a mi hermana. Yo ya quería jugar al fútbol y, claro, si podía ayudarla, mucho mejor", matiza.
El caso es que a los 16 años llegó al Danubio uruguayo y a los 18 ya estaba en el Independiente de Avellaneda, argentino, donde se hartó de marcar goles y llamó la atención de Ferguson. En su estancia en Argentina, empezó a estudiar en la facultad de Relaciones Políticas. "Lo dejé porque las clases eran de noche, pero me gusta estudiar y voy a tratar de volver a hacerlo". Mientras, practica una serie de actividades solidarias que lo han convertido en embajador de UNICEF en Uruguay, en sustitución de Enzo Francescoli. Y en el vestuario del Villarreal se ha ganado reputación de ser "una gran persona", según el capitán, Quique Álvarez, que además valora su aportación al equipo: "Tiene el gol en la cabeza. Golpea muy bien el balón con las dos piernas y, como es rápido, le da mucha profundidad al equipo". Son las ventajas de ser ambidiestro.
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