El fenómeno continúa
Cuando se triunfa con apenas veinte años y un disco con alguna canción afortunada, se miran los pasos siguientes con lupa para comprobar si tal éxito es producto de una moda pasajera o el cimiento para una carrera de futuro. Eso pasa inevitablemente con Andy y Lucas, el dúo gaditano que en 2003 despedía el año en Madrid con dos apresurados conciertos en una misma tarde y que ha recibido ahora el 2005 con un segundo disco en el mercado, Desde mi barrio, y una sola actuación más madura, aunque aún repleta de incógnitas.
En este tiempo parece que Andy y Lucas han cambiado, que se han hecho mayores, pero podrían repetirse hoy muchas de las cosas que se pudieron escribir en la crónica de los conciertos ofrecidos hace ahora un año y unos días. Sigue el tremendo furor de las fans, muchachas adolescentes a las que el desbarajuste hormonal pone su nivel de exigencia con el perfil bajo, y perduran muchos de los tics bisoños que el dúo exhibe sin cortarse: gestos de redobles al aire, de guitarras imaginarias..., como si aún les diera corte estar en un escenario frente a miles de muchachas entregadas.
Andy y Lucas
Lucas González y Andrés Morales (voces); Dyane Abad (guitarra eléctrica y teclados); Gabriel Sarlo (bajo); Antonio Pastora (batería); José Manuel Muñoz (percusión); Sergio Flores (teclados); José Muñoz (guitarra española); Javier Anguera (saxo); Paco Ibáñez (trompeta); Dolores Muñoz, Araceli Lavado y Susana Romero (coros). Palacio de Congresos y Exposiciones (Madrid), 4 de enero de 2005.
Andy y Lucas, sin embargo, son dos artistas de talento. O eso parecen. Lucas sigue mostrando su desparpajo gaditano, casi de chirigota de carnaval, y Andy permanece en el papel del chico tímido y reservado. Sigue el fenómeno un año y medio después de haber irrumpido bruscamente con Son de amores y todo hace pensar que aún les queda recorrido. Miles de chiquillas que se ven reflejadas en sus sencillas canciones han puesto en ellos toda su confianza, pero muchas veces se ha visto que esa fidelidad dura lo que tarda un artista en creerse el centro del universo y dejar de creer en lo que le hizo subirse a un escenario. Andy y Lucas parecen aún lejos de eso.
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