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Reportaje:

El alcohol, la curva más peligrosa de la carretera

El 32,7% de los conductores muertos en accidente durante 2003 superaba la tasa permitida de 0,5 gramos por litro de sangre

La reina Isabel la Católica ya lo ordenó allá en el siglo XV: quedaba prohibido servir vino a los carreteros si a cada vaso no le acompañaba una rebanada de pan con carne. Si esto podía reducir los accidentes de caballerías y bueyes en los caminos de la Castilla bajomedieval, la tapa no es hoy suficiente para eliminar los riesgos de la conducción de máquinas mil veces más potentes que pueden ser letales si se conducen de modo criminal, tras haber bebido alcohol.

La Dirección General de Tráfico (DGT) está sumamente preocupada por las elevadas tasas de alcoholemia detectadas en accidentes graves. En 2003, un 15,4% de los accidentes tuvieron entre sus desencadenantes este factor. El alcohol estaba presente en la sangre de los conductores implicados con índices superiores a los legales. El 32,7% de los que murieron cuando conducían turismos y vehículos de dos ruedas superó la tasa permitida de 0,5 gramos por litro de sangre. Es decir, casi un tercio de estos conductores fallecidos el año pasado (501 de 1.531) incumplió la norma con resultados fatales.

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Tráfico intensificó recientemente los controles preventivos para obtener un muestreo y sensibilizar a los ciudadanos. Entre el 10 y el 20 de este mes de fiestas nocturnas y comidas copiosas, un 1,7% de los 209.000 automovilistas controlados superaron el límite legal. Pere Navarro, director general de la DGT, advierte de que aunque los positivos por alcohol han bajado este año, siguen siendo "muchísimos", y la situación, preocupante.

En los controles preventivos realizados en 2003, un 6,5% de los conductores dio positivo al soplar por el alcoholímetro. El 9,9% de los sometidos a esta prueba tras haber cometido una infracción también se había pasado bebiendo.

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Como muestra, la detención el pasado jueves por los Mossos d'Esquadra (la policía autonómica catalana), en la autopista AP-7, del conductor de un autocar rumano que cubría la línea Budapest-Málaga con 37 pasajeros. Tras detectarse que el autocar dibujaba curvas en su trayectoria poniendo en riesgo la seguridad de otros vehículos, el conductor fue sometido a un control de alcoholemia; superó en casi tres veces el límite permitido. Eran sólo las 8.15.

Los porcentajes de conductores transgresores son mucho menores que los de las alcoholemias detectadas cuando ocurren los desastres, por lo que los expertos en seguridad vial reclaman no sólo más controles, sino que éstos sean más eficaces. Y con especial atención a los jóvenes. Un estudio del Instituto de Seguridad de Vehículos Automóviles de la Universidad Carlos III de Madrid realizado en las zonas de marcha de cinco comunidades ha demostrado que el 53% de los conductores menores de 25 años supera la tasa límite de alcohol. Este sector de población sumó el año pasado 1.222 muertos.

El catedrático Valentín Díaz, director del análisis, concluye que los jóvenes no tienen miedo de los controles porque "su experiencia les dice que no será probable tener que enfrentarse a uno". "¿Por qué no se ponen los controles a la salida de las discotecas?", pregunta Stop Accidentes.

Esta asociación, que ayuda y orienta a los afectados en la tragedia cotidiana de las carreteras, asegura que no se conoce la amplitud del fenómeno, ni siquiera cuando ocurren accidentes. Aitor Canales, abogado de Stop, explica dónde "falla" la legislación: "Cuando el causante del accidente ha resultado herido o ileso, el análisis de sangre sólo se realiza con fines terapéuticos, como para transfundir sangre, o si hay una orden judicial, lo cual no ocurre casi nunca". El resultado es la indefensión de las familias de fallecidos, que no pueden probar la alcoholemia del superviviente causante del accidente.

Las víctimas piden que se incluya en el protocolo que rige la actuación de la Administración tras un accidente una prueba de sustancias (alcohol y drogas) a todos los implicados. También que se cambie la ley para que no haya que probar más que la alcoholemia para condenar. Hoy, y según ha corroborado el Tribunal Constitucional, se debe demostrar que el alcohol "influyó en la conducción". "Esto es escandaloso", dice Stop Accidentes, "el que bebe al volante es un asesino en potencia y basta. No se le debe dar tregua".

En Francia se vende en las farmacias un etilotest. "Para que cada uno, y sobre todo los jóvenes, conozca su grado de alcoholemia antes de que sea demasiado tarde", dice la publicidad. Tomar la decisión correcta tras una noche de farra cuesta allí un euro.

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