Un vuelo muy corto

Tras un periodo de retiro espiritual en el que se dedicó a la fabricación de muebles de rattan en Cuenca volvió por sus fueros a principios del pasado año con una línea aérea bajo el brazo. Air Madrid nació en los albores de 2004 y empezó a volar en la primavera. Para entonces, los nueve socios que la gestaron habían demostrado ya su incapacidad de volar juntos.

La idea original era buena y tenía mucho recorrido en aquel momento. Se trataba de crear una línea de bajo coste con vuelos entre España y Latinoamérica y junto a ella, Alada Tours, un operador que completaba el negocio creando paquetes turísticos en los destinos seleccionados.

No fue bien acogida por sus competidores, Marsans y Viajes Halcón sobre todo, que se negaron a vender sus productos. En esta última había desarrollado precisamente gran parte de su carrera tras haber conocido en Salamanca a Pepe Hidalgo. Juntos potenciaron el turismo popular a destinos hasta entonces exóticos y crearon un personaje, Curro, capaz de pasar sus vacaciones en el Caribe simplemente con el desembolso de su paga extra.

Pero no ha sido el rechazo de sus competidores, por otro lado lógico, la razón del fracaso , sino las desavenencias entre unos socios variopintos. Eroski, Hotusa, Catalonia, Celuisma, Promociones Encinar, Edefa... y Herpil, primeras sílabas de Herminio y Pilar, su mujer, que participaba con el 12,5%.

No se ha podido desarrollar ni el 40% del plan inicialmente previsto, según algunos socios, por diferencias de criterio en una gestión que para Herminio Gil debía poner especial hincapié en los vuelos regulares y "huir de conveniencias netamente turísticas". Aunque algunos de sus ex compañeros de viaje apuntan a su "carácter dictatorial" a la hora de gestionar y al "aquí mando yo" impuesto por Gil, como origen de los desacuerdos.

Con la aparición de un nuevo inversor, el empresario mallorquín, José Luis Carrillo, presidente del grupo Optursa Management, se produce la diáspora societaria y el pasado 14 de diciembre queda la propiedad de la línea aérea en un 80% bajo el control de Carrillo -presidente- y en un 20% de Gil -vicepresidente-. Pero no había pasado ni una semana cuando el día de la lotería -miércoles 22- se hizo público el abandono del capital de Air Madrid por parte de su fundador Herminio Gil, quedando la totalidad del mismo en manos del empresario balear.