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Columna
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Imán a lula she is my baby

Estoy segura de que el imán de Fuengirola va a tomarse con alegría el título de este artículo, un graciosete juego de palabras, que le dedico con motivo de su puesta en libertad. Pero sé que de todos modos no se ofendería. Como bien ha declarado en la rueda de prensa que ha ofrecido al salir de chirona, "los errores de pluma hay que corregirlos con la pluma". Es decir, si él considerase que de alguna manera le estoy ofendiendo, debería advertírmelo también con la pluma y no con una querella o una fatwa. Yo soy más primaria, de manera que me ofendí mucho cuando publicó su manual sobre cómo pegar a las mujeres. Pero ya no lo estoy. Me encanta que le hayan soltado después de 22 días, porque acaba de declarar que se equivocó al traducir el Corán. Y le creo. Eso sí, sólo espero, por el bien de la humanidad, que el hombre de letras que lleva dentro no decida, pongamos por caso, buscar la inspiración en libros como Mein Kampf. (Por cierto, pido disculpas por si el tema de este artículo, y hasta el punto de vista, coincide por una vez en la vida con el de Rahola, mi compañera habitual de página. Es mérito del imán. Un pequeño milagro de Navidad.)

Pero a pesar de la bondad y las buenas intenciones del líder religioso, quisiera expresar mi sorpresa por algunas de las palabras que soltó en la rueda de prensa. Lo hago no para chincharle, sino porque pienso que puede haber sido otro error de traducción. Dice que "nadie puede robarle la libertad a otra persona" (supongo que habla por él). Y el caso es que no lo veo igual, porque considero -Alá me perdone- que los delitos de apología de la violencia deben pagarse a pesar de que los cometan los imanes (y no digo que se le tenga que cortar la mano, porque yo no soy tan estricta en la interpretación de los textos sagrados). También me sorprende esta otra frase suya: "Decirle a alguien que se siente en un lugar y no se mueva me parece que es lo peor que se le puede hacer, peor incluso que pegarle una bofetada". Hombre. ¡Qué buena noticia para los alumnos de ESO! Es mejor pegar a un ser humano que decirle que se siente. El caso es que yo, que no poseo sus cualidades espirituales, considero que es precisamente al revés. Como débil mujer que soy, opino que es mejor que te digan dónde debes sentarte que recibir una bofetada. Más que nada porque no me gusta que me den bofetadas, aun si no dejan marcas (je, je, ¿captan el chiste?) Pero vaya, si el imán quisiera comprobar que estoy equivocada y que una bofetada es mejor que la orden de sentarse, tengo a su disposición a unos amigos (ávidos lectores de su libro) que estarían encantados de demostrárselo con una clase práctica. Y otra cosa que no comprendo, probablemente por mi carencia de valores, es esa comparación que hace de su persona con la de san Juan de la Cruz. Que yo sepa, san Juan de la Cruz tuvo unos problemillas con la Inquisición por culpa de escribir sobre el amor de una manera bastante progresista, justo lo contrario de lo que ha hecho él.

Y acabaré confesando que me parto el pecho con la idea del imán yendo a clases de Constitución y de derechos humanos. ¡Ir a clases de derechos humanos implica el reconocimiento de que no se equivocó en la traducción, sino que se equivocó en su idea del bien y el mal! Si todo se hubiese reducido a un problema de traducción, ¿no habría sido más lógico enviarle a la escuela de idiomas? Puestos a dar clases de derechos humanos, habría que dárselas a su mujer y a su hija, a las que tanto abrazó al salir de la cárcel. Más que nada para que no se confundan y, así, si un día reciben alguna bofetada, comprendan que no es por un error de interpretación.

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