Arte y entrega

En la última corrida del año, Humberto Flores fue el triunfador por su entrega y su arte. Al segundo, aplaudido al salir y en el arrastre, le hizo un quite por vistosas ortizinas, lance poco común. En la faena destacaron sus series de acoplados y mantones redondos y, cuando al astado se le acabó la enjundia, con tirabuzón le sacó templados pases por ambos lados. Lo mató dejando el acero hasta la bola.

Al cinqueño quinto, pitado en el arrastre, lo saludó de hinojos con dos espectaculares largas cambiadas. Pese a la poca fuerza del cornúpeta, pues dobló las manos doce veces, con la pañosa a media altura, el jalisciente ejecutó una acompasada faena. En su impecable muleteo corrió la mano con increíble lentitud en la que brilló el temple. Volvió a ejecutar con precisión la suerte suprema y de un estoconazo despachó al burel que rodó patas arriba.

Hecho un poste, Enrique Espinoza veroniqueó limpiamente a Peregrino, que hizo tercero y fue aplaudido al salir y en el arrastre. Su valiente trasteo resultó muy accidentado y al darle un natural a la res fue prendido y arroyado con violencia. Se salvó milagrosamente de un grave percance.

A Villancico, el claro sexto, le hizo un quite por rítmicas navarras. En su faena le dio la distancia idónea y con quietud trazó tandas de excelentes naturales.

Leonardo Benítez capoteó y banderilló sin mayor lucimiento a Repicón, el cinqueño que abrió plaza aplaudido al salir y en el arrastre. Su trasteo lo realizó con el pico. Los lances del venezolano al cuarto, fueron retirados y rápidos. En su muleteo no hubo gusto alguno y el fiero animal lo trajo por la calle de la amargura.