Luna de miel en el Espanyol
El club blanquiazul cuaja uno de sus mejores años en la Liga y se sitúa en 'la zona Champions'
El 2004 ha sido un año espléndido para el Espanyol, sobre todo si se comparan sus números con los del 2003. La estadística asegura que el blanquiazul fue el tercer mejor equipo de la Liga, de enero a diciembre, empatado a puntos con el Sevilla (65) y por detrás sólo del Valencia (72) y del Barcelona (90), después de evitar el descenso en la última jornada de la temporada 2003-04 y situarse el cuarto de la clasificación en la presente, 2004-05. Llegado el parón invernal y por primera vez en los últimos dos años, el club que preside Daniel Sánchez Llibre no se plantea ningún fichaje de emergencia, una situación de bonanza que remite a cursos ya lejanos (1998-99, 1997-98, 1995-96, 1994-95 o 1986-87), tiempos en los que José Antonio Camacho o Javier Clemente ocupaban el banquillo, aunque el último gran recuerdo fue la conquista de la Copa del Rey en 2000, contra el Atlético y con Paco Flores como entrenador.
Antes jugaba según los biorritmos de Clemente o Luis Fernández. Ahora lo hace de acuerdo con la pizarra de Lotina
La salida de Flores en 2002 provocó precisamente un desplome en el Espanyol del que ahora se ha recuperado después de la profunda reestructuración iniciada en el verano pasado. El mal trago vivido en las dos últimas campañas produjo un serio contencioso en el consejo de administración. Por un momento, pareció que el accionista mayoritario, José Manuel Lara, y el presidente, Daniel Sánchez Llibre, defendían posturas encontradas. Incluso la aparición de la plataforma opositora Espanyol 3.0 se presentaba como una seria alternativa a la directiva. Finalmente, las dos partes llegaron a un consenso -se le llama el pacto del Windsor porque se dieron la mano en ese restaurante de Barcelona- y se formó una nueva junta -el presidente tuvo que prescindir de directivos de su confianza e incorporar a otros que no le complacían tanto- con la figura de José Luis Morales como consejero delegado.
Los buenos resultados ayudaron a hallar la paz social. La reorganización deportiva auspiciada por Sánchez Llibre tuvo un efecto inmediato y los fichajes de Cristobal Parralo y Miguel Ángel Lotina como secretario técnico y entrenador, respectivamente, resultaron determinantes. El Espanyol ha completado un plantel muy competitivo: contrató a jugadores como Kameni -una apuesta del entrenador de porteros, Nkono-, Ibarra, Ito y Dani y mantuvo a otros del calado de Tamudo e Iván de la Peña.
La buena política de fichajes tuvo continuidad en el plan de juego. Acostumbrado a actuar en función de los biorritmos y el ingenio de técnicos personalistas como Clemente y Luis Fernández, el conjunto se mueve ahora en el campo de acuerdo con la pizarra de Lotina, un preparador especialmente táctico -sus colaboradores desmenuzan los partidos de los rivales en programas informáticos- y que trabaja en sintonía con la directiva. "Lotina es un entrenador de club", asegura Sánchez Llibre después de haberle renovado el contrato hasta junio de 2006; "es como si fuera de la casa".
El técnico vasco ha acertado en las incorporaciones y respetado el patrimonio de la entidad, especialmente dichoso con los resultados de la cantera. A pesar de la eliminación en la Copa del Rey en Terrassa y de sus derrotas en la Liga en Getafe y Albacete, el Espanyol aparece como un equipo fiable -es el segundo menos goleado- y también solvente, que ha alcanzado el cuarto puesto -el último que marca la zona Champions-, a dos puntos del segundo, el Valencia, tras salir goleado precisamente de Mestalla en un partido en el que perdió a Tamudo y Òscar Serrano, expulsados, después de una controvertida actuación del árbitro Esquinas Torres.
La clasificación óptima ha permitido negociar con calma los demás capítulos. A nivel social, el Espanyol aspira de nuevo a alcanzar la cifra de los 30.000 socios y se ha propuesto inaugurar en 2007 su nuevo campo de fútbol, cuyas obras se acaban de iniciar. "Cornellà es nuestra tierra prometida", proclamó Sánchez Llibre en referencia al escenario en el que se ubicará. Demolido en su día el de Sarrià, al club no le ha resultado fácil jugar en Montjuïc, el estadio olímpico de Barcelona, y considera que tener una sede propia puede ayudar a culminar felizmente su proceso de revitalización.
Aunque mantiene una deuda importante, cifrada oficialmente en unos 34 millones de euros, el proyecto españolista parece lo suficientemente solvente para ganarse a los mejores patrocinadores y entre ellos La Caixa, el segundo en importancia.
Al igual que el Barça, el Espanyol ha aprovechado la inercia positiva con la que acabó el curso pasado para reimpulsarse en el presente y completar un 2004 a modo de luna de miel.
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