La Xana
Antes de irme hacia la cama, como un rito invariable, me asomo a la ciudad y contemplo durante unos minutos el tintineo de sus luces, las calles desiertas, el silencio que emana del paisaje y llega a mi terraza con aroma de lluvia, de encuentro y lentitud. Hay una premonición de nochebuena en el aire, un amago de melancolía que cae sobre las cosas con voluntad de ala. En la página 49 del libro que llevo entre las manos y que he empezado a hojear poco después de la cena, leo ahora: "Soy un ángel / tocándote en tu fría noche, / un viento / sacando las sonrisas de tu alma". Todo así, suave y traspasado de una vieja emoción que en días como estos, en horas como esta, adquiere olor y gusto recobrado. Y el caso es que la culpa de esta extraña nostalgia la tiene por entero la autora de ese libro. Su nombre es Ana Esteban, aunque muchos la llaman la maga, la niña maga, la niña boreal que habita la frondosa Casa del Gato, que ama como nadie a los animales sin dueño, que acoge en su guarida a las criaturas asustadas, perdidas, solas... Ana Esteban es una niña, una adolescente o una joven feliz. Pero más allá de todo, Ana Esteban es, según dice su madre, una xana, una ninfa que hace pócimas de ensueño con todas las palabras.
No hace mucho, Ana agrupó en un cestillo sus mejores poemas. Estos días, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert los ha publicado en un libro que ella misma titula Hay un corazón. Lo ha visto en el escaparate de las librerías y le cuesta creer que ese reino secreto, urdido en la soledad de su habitación, sea desde ahora de quienes leen sus versos, de todos los que navegan por el mar de su emoción escrita y se zambullen en la raíz del sentimiento más suyo. Yo mismo, esta noche, al leer "El amor que todos comprendemos / habla por mis palabras...", he notado ese mismo temblor fascinante. He sentido de cerca la voz que me susurra, la frescura de unos labios que vibran en mi oído como un ángel de nieve. Qué importa si alguien habla de una niña especial, de una muchacha con síndrome de Down y del bello paraíso de sus cosas. Ella es la poeta, la maga, la xana feliz que nos mira y nos comprende con ojos infinitos.
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