_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irrealidad

EL PP ha decidido la soledad, ha elegido y se ha colocado de un lado, frente al mundo, lo cual es una opción, una estrategia, una manera de afrontar su papel de primer partido de la oposición que unos considerarán equivocada y otros acertada, pero acaso sea conveniente para el PP considerar el riesgo que supone el cegarse en una estrategia de soledad, y la seguramente estéril denuncia de todos que puede no llegar a ser entendida ni por los más fieles.

Conforme pasan días de legislatura lo que más claramente se distingue es la raya de separación que el PP traza y que muchos no acaban de entender las razones para semejante raya, que más que raya empieza a ser socavón peligroso. Han vuelto los populares, ayer mismo, a dar señales de soledad en el Parlamento andaluz con motivo del debate de las medidas de Impulso Democrático. Se han situado frente a todos acusando a los otros grupos de la oposición por mantener el acuerdo en este asunto con el PSOE y al hacerlo han aparecido más que como oposición al PSOE, como oposición de la oposición lo cual no deja de ser una manera algo patética de rizar el rizo de la estrategia solitaria.

Todos son culpables menos el PP, según su criterio, de haber acordado algunas reformas que el tiempo va a demostrar importantes, muy importantes incluso. La estrategia la impone una dirección que empieza a hacer sentir incómodos a muchos de sus propios parlamentarios cabizbajos ayer durante el debate, no precisamente encantados de la actuación de su grupo.

La dirección del PP puede estar corriendo el riesgo de tener la obediencia de todos ellos, pero no el aprecio a la inteligencia política que rige esa manera de actuar. Algunos empiezan a dudar de esa estrategia de un yo acuso colectivo, que precisamente por serlo, por señalar a la totalidad, quita toda efectividad a la acusación. Todavía es algo pronto para saber dónde llevará, a quien tanto se empeña en ella, una estrategia de enfrentamiento radical que hace una raya y pone a todos a un lado y en el otro el que mira y acusa.

Es pronto, pero Javier Arenas sabe muy bien los desastres de aquella histórica legislatura en la que colaboró a llevar la política al laberinto de la irrealidad y que tan cara le salió no sólo a su partido, pero desde luego a su partido.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_