Arrecia la greña de las camisetas

Uno de los mejores ejemplos que se pueden dar para explicar la naturaleza de las relaciones entre los béticos y los sevillistas es la de dos hermanos que malcomparten habitación y cariño de padres.

La peculiar decisión del árbitro Teixeira de ordenar el retraso del inicio del encuentro del domingo al interpretar que las franjas verdiblancas béticas se podían confundir en el fragor del duelo con la blanca zamarra sevillista ha acabado a tirones de pelo.

El reglamento de la Federación Española de Fútbol deja a potestad del colegiado el ordenar el cambio de indumentaria del equipo visitante si considera que ésta se puede confundir (artículo 274). Tuvo que llegar Teixeira para darse cuenta de este riesgo en el enfrentamientro 101º entre los dos equipos, pero, según fuentes policiales, tan sólo 15 minutos antes del inicio previsto. Y se lio la que se lio: carreras de dos patrullas policiales a mil por hora por la ciudad para ir a por las camisetas sin las trece barras, cruces de reproches, 46 minutos de retraso...

El Betis ha jugado alguna vez con el segundo uniforme en el Sánchez Pizjuán, pero por decisión propia. Siempre le había valido jugar con los pantalones negros. El Sevilla suele jugar de rojo en Heliópolis precisamente por la coincidencia de color de los pantalones en ambos uniformes oficiales.

Parece claro que el acierto o la charlotada quedan de lleno en el campo del árbitro, pero el Sevilla y el Betis la ven en su compañero inevitable.

El Betis colgó en su página web un comunicado en el que arremetía contra el árbitro por no haber obligado al Sevilla a usar su camiseta roja "para evitar alteraciones de orden público" o por haberse demorado en comunicarlo a ambos equipos. También hubo críticas hacia Joaquín Caparrós o Monchi. El presidente sevillista, José María del Nido, negó haberse enterado antes que el Betis de la decisión arbitral. Por su parte, Monchi se limitó a decir: "No han sabido perder". Como el que dice: "Chínchate, chínchate".