_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | 16ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid saca la cabeza

Con Beckham y Roberto Carlos en el banquillo, el equipo de García Remón saca ventaja de la debilidad aérea del Racing

José Sámano

A base de cabezazos, una suerte que no se le conocía, el Madrid pescó ayer una agónica victoria en un encuentro que le resultó tortuoso durante muchos tramos. Se dio de bruces con un triunfo que el Racing le puso en bandeja con su defensa de plastilina. Por juego, el Madrid estuvo tan plano como es habitual, pero una dosis final de chicha le mantuvo en el partido hasta que Zidane martirizó a los cántabros con un cabezazo, el mismo ejercicio que había hecho el pequeño Owen en el primer tanto o Samuel en el preámbulo del acierto de Raúl en la segunda diana visitante. Entre cabezazo y cabezazo, el Madrid exhibió las mismas fugas que en jornadas precedentes pese al órdago inicial de su técnico.

RACING 2 - REAL MADRID 3

Racing: Aouate; Pedro López, Oriol (Juanma, m. 70), Moratón, Bertin, Regueiro (Álvarez, m. 82); Morán, Anderson, Nafti (Parri, m. 75), Benayoun; y Javi Guerrero.

Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Helguera, Samuel, Raúl Bravo; Javi García (Celades, m. 77), Guti; Figo, Raúl (Pavón, m. 90), Zidane; y Owen (Morientes, m. 89).

Goles: 1-0. M. 24. Centro de Morán al segundo palo, Oriol gana el balón por alto y remata de cabeza Benayoún. 1-1. M. 34. Owen cabecea cruzado un pase de Javi García. 2-1. M. 50. Javi Guerrero engancha con la izquierda un pase de Benayoun. 2-2. M. 60. Raúl no perdona un centro de Samuel en la línea de gol. 2-3. M. 92. Zidane remata libre de marca un balón de Morientes.

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Nafti, Moratón, Samuel, Aouate y Bertin.

17.783 espectadores en El Sardinero.

Más información
"Remontar y ganar así sólo lo hace un equipo con casta"

De forma inesperada, García Remón cambió de planes en El Sardinero. Irremediablemente, la inopinada sentada de Beckham y Roberto Carlos rescató de la retina el trueque con el que se despidió Camacho a principios de curso. En Montjuïc, Camacho hizo un guiño a los altares directivos al dejar en el banquillo a Raúl y Beckham. Anoche, tras una semana de tambores anunciando la inminente llegada de un mánager que vele por la reestructuración deportiva, García Remón recordó a su padrino y predecesor. El técnico movió los peones, pero no alteró un ápice su cuaderno táctico. Si algún virus de última hora forzó la decisión del míster, tiene poca lógica que Beckham y Roberto Carlos tuvieran que someterse a una larga sesión fotogénica en el banquillo y ni siquiera se calentaran antes o durante el partido.

Fuera un motivo u otro, desterrado Beckham, el entrenador pudo tirar de Celades como socio de Guti o borrar el doble pivote con Zidane de enganche y Solari dando simetría al medio campo. Nada de eso. Mantuvo inalterable el dibujo y el maquillaje apenas mejoró al Madrid de esta temporada. Su equipo fotocopió uno a uno los graves defectos que arrastra desde el resbalón con el Zaragoza en la última final de Copa. El Madrid hace tiempo que tiene un serio problema estructural. El modelo presidencial engorda la caja, sin duda, pero resulta una ecuación imposible sobre el campo. Javi García, compañero de Guti en los fogones, resultó tan intrascendente como el cosmético Beckham, con la salvedad de que el inglés tiene un don para la estrategia que alguna vez ha socorrido al equipo. Lo mismo que Roberto Carlos, que lleva meses con juego excesivamente funcionarial y al que Raúl Bravo tampoco subió el listón. Hoy día tiene más pilas que el brasileño, pero le falta tacto. Lejos de mejorar en algún aspecto, por Cantabria, durante una hora, desfiló el Madrid anémico de los últimos tiempos. Es decir, un equipo lento, asimétrico, sin chispa alguna. La cantinela de siempre: Zidane, de extremo zurdo postizo y sin depósito para ir o venir; Figo, enredado en un laberinto de regates ajedrecísticos y sin veneno; Raúl, sin brújula; Samuel, con más cuchillo que luces... Sólo Guti, como timonel, hizo los deberes de principio a fin.

De entrada, el conjunto de Lucas Alcaraz siempre estuvo varios peldaños por encimo de su rutilante rival. Con tres novatos en la cueva -Bertin, Pedro López y Oriol, debutantes esta temporada en Primera- se bastaba para sofocar al Madrid a 20 metros de la portería de Aouate durante casi todo el primer periodo. Tieso el ataque madridista, al Racing le valía con dar pastilla al juego en cuanto robaba la pelota, un acto de lo más sencillo frente a un contrario con sólo tres centrocampistas puros -Guti, el cabo García y el agotado Zidane-. Con la autopista abierta, Regueiro, Benayoun, Morán y Javi Guerrero percutieron una y otra vez en la sala de espera de Casillas. El Racing no tiene un matador del área, por lo que precisa tejer en exceso cada ataque y no siempre cierra su ofensiva con un remate. Vive de la astucia de futbolistas como Javi Guerrero, que no es un pegador, pero es pillo. Máxime, si las defensas le dan el mismo carrete que le concedió la de Casillas en el segundo tanto local. Guerrero llegó por el callejón adecuado al pase de la orilla izquierda de Benayoun, magnífico futbolista, mientras una montonera de madridistas contemplaba la jugada desde su particular mirador. Lo mismo cabe decir de la defensa del Racing, que tiene demasiado acné. Le falta tanto techo que hasta el Madrid, que no se distingue por su cabeceo, le martirizó por el aire y le enterró a base de cabezazos.

Las dos primeras remontadas del Madrid no mejoraron el juego visitante, pero despertaron al equipo, que al menos en el segundo periodo puso más picante. Jamás tuvo el control de las operaciones como se le supone a un equipo de alcurnia, pero se desperezó y aceptó un intercambio de golpes. Con Guti como único ancla, el Madrid se descosió y a toque de corneta puso más sangre. Del resto se encargó Casillas, que apareció justo a tiempo para sostener el empate hasta que irrumpió la coronilla de Zidane para despeñar al Racing en el último suspiro. Los cántabros pagaron con creces sus pecados defensivos, con lo que aliviaron a un Madrid tan espeso como de costumbre.

Guti intenta eludir el marcaje de Nafti.
Guti intenta eludir el marcaje de Nafti.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_