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Crítica:ZARZUELA | 'El asombro de Damasco'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con cierto aire de revista

Madrid está en línea, a través de la programación del teatro de La Zarzuela, con un esquema lírico típico de muchas ciudades en estas fechas de Navidad y Año Nuevo. La zarzuela es el equivalente español a la opereta y, por tanto, la nueva producción de El asombro de Damasco juega el papel de El murciélago en Viena y otras muchas ciudades centroeuropeas, o de Vie parisienne y La gran duquesa de Gérolstein en París. Asistí a la primera de las funciones para niños y jóvenes y fue una gozada ver la algarabía en la sala del público menudo antes y después de la representación, y la inmensa atención con la que contemplaron -y disfrutaron- el espectáculo. La iniciativa -con programa de mano diferente al de las funciones de mayores, realizado por alumnos del colegio Montserrat- es ejemplar y lleva ya 13 temporadas. Uno se siente rejuvenecer ante estas experiencias.

El asombro de Damasco

De Pablo Luna. Con María Rey-Joly, Carmen González, Esther Ruiz, Amara Carmona, Natalia Hernández, Miguel Sola, Rafa Castejón, José Antonio López y Abel García, entre otros. Dirección musical: Miguel Roa. Dirección de escena: Jesús Castejón. Escenografía y figurines: Ana Garay. Orquesta de la Comunidad de Madrid, Teatro de La Zarzuela. Hasta el 16 de enero de 2005.

Jesús Castejón da a El asombro de Damasco un tratamiento arrevistado. Es una solución acertada. Nace con esta zarzuela de texto endeble, apoyado en un cuento de Las mil y una noches, una vedette de primer orden: María Rey-Joly, que hace unos meses destacaba sobre el resto de sus compañeros en la versión de Strehler de Così fan tutte. Está graciosa, picarona, un punto perversa en su aparente ingenuidad la simpática soprano, y además canta bien. Correcto el resto de las voces en una obra de exigencias limitadas.

Ritmo teatral

Algunas escenas son especialmente divertidas, como la presentación de Alí-Mon en tono de revista de pura ley. El coro de las cantadoras de Palmira, al comienzo del segundo acto, tiene también su gracia. La representación es fluida y colorista. El trabajo de escenografía y figurines de Ana Garay es, además de bello, muy apropiado para definir el tono de la obra. Castejón saca a relucir su veteranía en el ritmo teatral.

En conjunto es un espectáculo menor, pero que se deja ver con agrado. La orquesta a las órdenes de Roa y el coro del teatro de La Zarzuela cumplen con suficiencia. Estará en cartel hasta el 16 de enero y seguramente atraerá a bastante público. Apetecen en estos días, por lo que se ve, este tipo de espectáculos ligeros, si tienen detrás un esfuerzo sólido en la preparación. El asombro de Damasco lo tiene y se nota. Ya lo creo que se nota.

Un momento de los ensayos de <i>El asombro de Damasco,</i> en el Teatro de la Zarzuela.
Un momento de los ensayos de El asombro de Damasco, en el Teatro de la Zarzuela.ULY MARTÍN
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