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'Ni putas ni sumisas' denuncia la regresión de la mujer en los barrios franceses y reclama su emancipación

Todo empezó cuando a finales de 1989 se detectó un cambio en el comportamiento de las familias de los inmigrantes que vivían en los barrios de las grandes ciudades. El padre dejó de ser una autoridad en beneficio del primogénito, que aplica la ley del más fuerte, se une a sus pares en los barrios y somete a las mujeres jóvenes a sus dictados represivos. "Al mismo tiempo se produce el auge del islamismo radical", explicó ayer en Valencia Fadela Amara, la autora (con la colaboración de Sylvia Zappi) del libro Ni putas ni sumisas. El detonante fue la muerte de una joven, hija de la inmigración, que fue quemada vida por no plegarse a las normas de la barriada.

Publicado por Cátedra dentro de la colección Feminismos, que coedita la Universitat de València, la obra copia el nombre -"provocador, sí, porque necesitabamos llamar la atención", apuntó la autora- del movimiento cívico originado desde los propios barrios de Francia y que pretende hacer llegar a la sociedad unas denuncias y reivindicaciones trasladables a otros países. Así lo dijo la ex diputada socialista Carmen Romero en la presentación del libro, que contó también con la asistencia de Isabel Morant, directora de la colección. El acto se celebró en el Col.legi Rector Peset de Valencia, en una sala repleta de público.

Fadela Amara habló de la "situación de regresión" que vive la mujer que no puede "llevar falda corta, ni elegir a su compañero y menos llevar una vida sexual propia". El movimiento se organizó y recorrió el país en múltiples marchas en demanda de unos valores que ya reclamaba 30 años atrás el entonces inicipiente movimiento feminista. A ellos, la autora añadió la necesidad de reivindicar los valores del laicismo, de la igualdad, de los valores de la República Francesa. Mostró su conformidad con la ley que prohíbe el velo en la escuela francesa y destacó el interés despertado por el movimiento en el exterior.

Romero señaló que este tipo de violencia no es exclusivo de Francia y que España, aunque mucho más tarde que su país vecino, ya se ha convertido en un país receptor de inmigrantes. Abogó por establecer cauces de socialización para evitar la exclusión del sistema y urgió a que todos los estamentos actúen con celeridad para atajar la violencua de género.

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