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Reportaje:

El goleador perseverante

El ucranio Shevchenko obtiene el Balón de Oro superando a los azulgrana Deco y Ronaldinho

El domingo, en el estadio de San Siro, Shevchenko rebosaba felicidad al final del partido del Milan frente al Fiorentina. Su equipo había ganado 6-0, firmando su mejor actuación colectiva de la presente campaña. El delantero ucranio, extraordinariamente activo, fue el autor de dos goles, los más celebrados en las gradas del coliseo lombardo que rinde pleitesía a su capacidad rematadora desde que llegó al club en 1999 procedente del Dinamo de Kiev. El Balón de Oro que le ha concedido la revista France Football es ante todo el premio que reconoce su constancia y regularidad en el difícil arte de marcar goles. Ayer, Milan Channel, la televisión oficial del club, le dedicaba un especial con motivo de la entrega del galardón bajo el explícito título de Shevcento36. 136 son los goles que Andrei Shevchenko (Dvirkivshchyna, 1976) ha marcado con el Milan. Una cifra que le sitúa como el cuarto goleador en la historia del club, por detrás sólo de venerables leyendas como Altafini, Rivera y Nordahl. Los méritos cosechados por Shevchenko en 2004 tienen su punto de inicio en la pasada temporada: el Milan ganó la Liga mostrando a sus rivales los mejores argumentos del juego reunidos en un equipo que insiste en su fórmula contestataria ante los rígidos cánones del tacticismo.

Con 136 goles, es el cuarto realizador en la historia del Milan, tras Altafini, Rivera y Nordahl

Shevchenko fue el máximo goleador del campeonato con 24 tantos, protagonizando un final de temporada excelente que parece tener su proyección también en la presente campaña: suma 11 goles en trece partidos en la Serie A y 3 en la Liga de Campeones. "No sé quién ha tenido más suerte: si el Milan por encontrar a Shevchenko o él por encontrar al Milan". Así explica el entrenador Carlo Ancelotti la perfecta simbiosis del goleador con una magnífica nómina de jugadores como Kaká, Pirlo o Rui Costa. Gente que sabe interpretar perfectamente los inteligentes movimientos de Shevchenko, rápido por naturaleza para el desmarque y para atacar el balón.

El 29 de octubre el Milan viajaba por carretera hacia Génova para jugar al día siguiente contra el Sampdoria y Shevchenko tuvo que bajarse del autocar y volver en coche a la capital lombarda. Su mujer, la modelo norteamericana Kristen Pazik, iba a dar a luz. El jugador asistió esa noche al nacimiento de su primer hijo, al que llamó Jordan como homenaje a su ídolo del baloncesto. Por la mañana se trasladó a Génova para marcar por la tarde el gol de la victoria de su equipo. Rebosante de euforia por su matrimonio, su paternidad y los éxitos con su equipo, las cosas también le han ido bien en su selección. Ucrania encabeza cómodamente su grupo en la fase de clasificación para el próximo Mundial con la aportación de cuatro goles del milanista, que puede llevar a su país por primera vez a la fase final del torneo. Estos días sus paisanos le recuerdan que es el tercer ucranio que gana el Balón de Oro: Blokhin, actual seleccionador de Ucrania, lo hizo en 1975 y Belanov en 1986, ambos entonces bajo bandera de la URSS.

No es Shevchenko un tipo que olvide sus orígenes. No olvida que tuvo que ser evacuado de su ciudad natal cuando reventó la central nuclear de Chernobil en 1986. No olvida ningún consejo de su maestro y mentor, el venerado Lobanovsky fallecido en 2002, cuya memoria honró llevando la Copa de Europa que ganó con el Milan a los pies de la estatua que recuerda al entrenador en el centro de Kiev. Y tampoco olvida la delicada crisis política que atraviesa su país. Ayer, cuando se hizo oficial la noticia de que era el ganador del Balón de Oro, sus primeras palabras eran de recuerdo para sus compatriotas: "El trofeo es para toda la gente de Ucrania. Yo juego para mi pueblo", declaró antes de, en un ejercicio de modestia, quitarse mérito: "He hecho mucho, pero no pienso que sea el mejor".

Shevchenko posa con el Balón de Oro.
Shevchenko posa con el Balón de Oro.EFE

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