Aguirre ofrece la biblioteca regional como escaparate de la cultura catalana

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha propuesto al director del Instituto Ramon Llull, Xavier Folch, trasladar a Madrid la muestra cultural catalana que se exhibió durante la XVIII Feria del Libro de Guadalajara (México). La exposición, que se cerró el pasado 6 de diciembre con un enorme éxito de público y ventas, trasladó al otro lado del Atlántico lo mejor de la cultura mediterránea. Aguirre quiere que ahora los madrileños disfruten de esta exposición y ha ofrecido como sede la Biblioteca Regional Joaquín Leguina.

El pabellón catalán en México, que fue la estrella invitada de la pasada Feria del Libro de Guadalajara, ocupaba unos 1.400 metros cuadrados. Se dividía en diferentes módulos que mostraban diversos aspectos de la cultura catalana: la lengua, las artes plásticas, la gastronomía, la arquitectura, el diseño y la ciencia. También contaba con una librería en la que se exhibían unos 3.000 títulos y más de 10.000 volúmenes.

Además, uno de sus módulos estaba dedicado al turismo, donde se sucedían imágenes tradicionales de esta región: desde Cadaqués a la fiesta de la Patum de Berga. En el de las artes plásticas se podía observar un enorme mural con fotografías de Tàpies, Dalí, Barceló y Miró. En diversos panales se ofrecía la oportunidad de aprender, además, nociones básicas sobre la ortografía, la fonética o la sintáxis de la lengua catalana. Pero también había lugares dedicados expresamente a la ciencia y la gastronomía catalana: desde supercomputación al cava.

"Creemos que es una gran oportunidad para que los madrileños puedan conocer aún mejor la cultura catalana", afirmaron ayer fuentes del Gobierno regional. "Sería una lástima que una muestra de esa importancia, que tanto éxito ha cosechado fuera de nuestras fronteras, no se traslade a Madrid. De ahí la invitación que se ha hecho al instituto Ramón Llull", añadieron.

Promoción cultural

Por su parte, Xavier Folch, director del Instituto Ramón Llull -consorcio creado por los gobiernos de Cataluña y de las Islas Baleares, con la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores, para promoción de la lengua catalana-, señaló ayer que había recibido el pasado jueves una llamada de Esperanza Aguirre proponiéndole el traslado de la muestra a Madrid. "Nuestra disposición es favorable, aunque la muestra ya ha sido desmontada tras la clausura de la feria. No obstante, creo que podremos recuperarla, porque los libros siguen en catálogo y puede ser nuevamente adquiridos". Folch se refiere a que casi todos los ejemplares que se expusieron en México fueron vendidos, dada la excelente acogida que tuvo la exposición entre los asistentes.

"Aunque no podamos recuperarla exactamente, sí conseguiremos adaptarla a su nueva ubicación", explicó ayer el director del instituto.

De momento, no existen fechas para el nuevo montaje, ya que todavía falta que el consejero de Cultura madrileño, Santiago Fisas, acuerde los principales detalles con el instituto catalán. "Quedé con la presidenta en una posterior conversación con Fisas para tratar todos estos temas", indica Folch.

El lugar elegido por Aguirre para la exposición es la Biblioteca Regional Joaquín Leguina, que fue inaugurada por el anterior presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, en 2002. La biblioteca, que además es archivo regional, guarda en su interior más de 700.000 volúmenes y documentos. Ocupa una vieja fábrica cervecera de estilo neomudéjar, en el número 3 de la calle Ramírez de Prado, 3, en Arganzuela.

La XVIII edición de la Feria del Libro de Guadalajara fue visitada por más de 450.000 personas. De ellas, 45.000 asistieron a los diversos actos literarios, participaron 1.573 editoriales de 38 países y 14.488 profesionales del sector editorial. Más de 70.000 niños la visitaron. Para éstos se organizaron unas 2.200 actividades.

Los libros españoles despertaron un enorme interés en la muestra. Para los editores fue una feria muy satisfactoria. Jorge Herralde agotó títulos, igual que Jaume Vallcorba, al que no le quedó ni un ejemplar de autores como Empar Moliner o Quim Monzó.