Deportistas a toque de corneta
El atletismo inglés y el equipo ciclista CSC recurren a 'marines' para mejorar su rendimiento
El responsable del rendimiento del atletismo británico en los próximos eventos internacionales es un psicólogo formado en el ejérciro como marine, ex jugador de rugby y cinturón negro de yudo y kárate. Dave Collins llevará a Kelly Holmes, Paula Radcliffe, Jason Gardener y demás figuras de un atletismo en crisis sus nociones de liderazgo, motivación, disciplina, obediencia, los valores, eso es, que fomenta el oficio militar.
Para acrecentar tales valores entre sus ciclistas, el danés Bjarne Riis, ganador del Tour del 96 y director del equipo CSC, aconsejado por un amigo marine, disfrazó a todos sus ciclistas y auxiliares de soldados, los dividió en pelotones de 13, unos haciendo de comando terrorista, otros de rambos variados, y los soltó dos días y dos noches, prohibidos los teléfonos móviles, mochila al hombro, gorro de lana y gorra con orejeras en la cabeza, jeeps y balsas hinchables, 48 horas perdidos del mundo, para que se cazaran mutuamente por los fríos bosques de Jutlandia, junto al mar del Norte.
"El deporte puede ser una guerra incruenta, pero es una guerra", dice el psicólogo Suay
El año pasado, semanas antes de la Copa del Mundo de rugby, los springboks,la selección de Suráfrica, se concentró durante varios días en un campamento militar, donde se sometieron a todo tipo de servidumbres.
Una de las definiciones clásicas dice que el deporte no es sino el sustituto incruento de la guerra, pero las últimas modas parecen haber llevado un pelín más lejos la analogía.
"El deporte puede ser una lucha incruenta pero en el fondo es lucha", señala Ferran Suay, del gabinete de Psicología de l'Esport de la Universitat de València. "Siembre ha habido un evidente simbolismo social entre el deporte y lo militar, y el uso del deporte como instrumento, como se ha visto últimamente: los que criticaban, en el caso del hockey catalán, la utilización del deporte como bandera por un nacionalismo excluyente, luego han efectuado proclamas en la Copa Davis, por ejemplo, usando también banderas. Y luego, otros valores, como disciplina, sacrificio, son propios tanto del deporte como del ejército".
En el equipo CSC corren ciclistas como el español Carlos Sastre y el joven italiano Ivan Basso, tercero en el último Tour por detrás de Lance Armstrong y Andreas Klöden. "Hemos vivido situaciones de estrés que vienen muy bien para conocernos", dice Basso. "Que nos ayudan a descubrir el carácter de los compañeros, su capacidad para resolver los conflictos que se crean en un grupo cuando hay uno que está cansado, otro que está nervioso y hambriento, otro que se niega a andar..." También entre ellos estaba, más escéptico que convencido, Giovanni Lombardi, un italiano ilustrado del barrio de Chueca madrileño, elegante y a la última, dueño de la tienda de zapatos imposibles, piel de canguro, serpiente, llamada Lo Stivale.
Las similitudes con las situaciones de tensión que se viven en un equipo durante una etapa del Tour, cuando el líder manda trabajar al gregario, cuando el director le pide a otro que espere a un tercero, cuando uno dice que no puede más, cuando otro añade que le duelen las piernas, son evidentes.
"En efecto", dice Ferran Suay. "En el ciclismo es fundamental la cohesión grupal, el trabajo para un líder, la estrategia, la disciplina que obliga a actuar sin pensar, a obedecer de forma automática. Y también la especialización: si en el ejército hay ingenieros, zapadores, artilleros o infantes, en el equipo hay rodadores, escaladores, todoterrenos y líderes. Y cada uno tiene su terreno de actuación".
La teoría psicológica también dice que es más normal que la infiltración de lo militar se produzca antes en deportes como el ciclismo o el atletismo que en otros como el fútbol o el tenis, más dependientes de la habilidad y la técnica que de la preparación física. Son, el atletismo y el ciclismo, deportes con una pirámide económica muy acusada, en los que la recompensa económica sólo compensa a la cumbre y en los que hay centenares de individuos dispuestos a todo con tal de llegar. "Son deportistas", añade Suay, "a los que todo entrenamiento y sacrificio les parece poco. Todos ellos demandan un plus".
Hace varios años, víctima de una crisis de fe en sus posibilidades, Severiano Ballesteros, el genial golfista cántabro, recurrió a los servicios de un psicólogo salido de los marines que le convirtió en un soldado completo. rapado de sienes, ceremonias en el desierto de Arizona en las que se enterraban fotos de la vida civil... Inauguraba Ballesteros, así, la época de los gurús del deporte, aquellos dotados de una varita mágica para solucionar todos los problemas.
"Ésa es, en efecto, otra característica del deporte espectáculo, que busca el máximo impacto mediático", explica Suay. "Se fichan más nombres y apariencias que titulaciones o sabidurías. Se buscan gurús, no especialistas. Y en este contexto, no deja de ser lógico que se filtrenen el deporte ardores guerreros, valores militares típicos, tales como el sacrificio, la entrega y la bandera".
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