Estados Unidos, un imán
La calidad académica de las universidades y el potente sistema de becas empujan al exilio a jóvenes promesas del deporte español
El mejor jugador de golf universitario de Estados Unidos es en estos momentos un español de 18 años. El malagueño Pablo Martín encabeza la clasificación tras la temporada de otoño, menos de cuatro meses después de aterrizar en Oklahoma. Martín no es ningún desconocido en el mundo del golf aficionado. Habitual en el equipo español desde hace años, en 2003 se alzó con la Orange Bowl júnior y acabó segundo en el Europeo y el British Boys, que es algo así como el Open Británico para aficionados. Ese palmarés lo hizo entrenándose en España, primero en Málaga y luego en Madrid, concentrado en la residencia Blume con otras promesas del golf español.
Esto no ha impedido que el joven jugador decidiera empaquetar sus palos de golf y trasladarse en agosto a Estados Unidos para convertirse en un cowboy, que es como se llaman los atletas de Oklahoma State. La oferta era difícil de igualar. La universidad se compromete a pagarle todos los gastos de estudios, alojamiento y manutención y le ofrece la posibilidad de formar parte de un equipo del que han salido una decena de profesionales, de entrenarse en un campo en perfectas condiciones y... de obtener un título universitario.
La Federación Española de Golf no podía llegar a tanto. El jugador podía seguir en la Blume, también gratuita, entrenándose de prestado en los campos de la región, hasta que la organización se haga con uno propio, y con una pequeña ayuda económica. Si quería seguir estudiando, tenía que hacer malabares para encajar sus entrenamientos con los horarios de la facultad. Es lo que hacen los deportistas de élite españoles que no tiran la toalla al acabar el instituto. Como ese nadador que tardó nueve años en acabar magisterio, el doble de lo normal.
Aunque existen algunos programas que intentan ayudar a los deportistas, "en España es muy complicado. No hay facilidades para estudiar una carrera y entrenarse", explica Martín en conversación telefónica desde Estados Unidos. Este golfista no es un ejemplo aislado. Hay otras promesas que se han dejado seducir por el sistema norteamericano, en el que el deporte es parte esencial de los programas universitarios. Son equipos con medios, menudean las becas y la coordinación de entrenamientos, competiciones y clases es máxima, coinciden los exiliados. Sólo un ejemplo: el equipo de natación de la Universidad de Florida tiene 22 técnicos, incluido un asesor académico y un promotor de márketing.
Es difícil precisar el número de españoles que compiten en esta segunda división de las Ligas profesionales de Estados Unidos. Hay golfistas como Alejandro Cañizares, campeón en 2003 con la Universidad de Arizona y Novato del Año-; nadadores, como Albert Medrano (Florida) o la jugadora de waterpolo Anna Pardo (Universidad del Sur de California) y hasta un futbolista de las categorías inferiores del Real Madrid: Víctor Díaz, que hoy defiende los colores de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Debe de haber mercado, pues ya ha aparecido al menos una empresa especializada en gestionar becas para deportistas españoles en ese país. CSA es en parte responsable del éxodo que vive el golf español. De los más de 20 talentos que tienºe entre sus clientes, 15 son golfistas, entre ellos Jorge Campillo, varias veces campeón de España y que el curso que viene golpeará la bola para la Universidad de Indiana; Isabel Álvarez, que lo hará en la de Wisconsin-Madison y Mariana Macías, que ha firmado con Auburn, uno de los equipos universitarios más potentes.
Tanto las federaciones como fuentes del Consejo Superior de Deportes subrayan que se trata de casos aislados que tienen más que ver con aspectos académicos que deportivos. De hecho, no hay ningún becado por la Asociación de Deportes Olímpicos (ADO) que haya decidido trasladarse a Estados Unidos, aseguran.
Antes de que existieran estas becas, creadas para los Juegos de Barcelona 92, el fenómeno fue más generalizado. A principios de los 90, España era el décimo país con más atletas en las Ligas universitarias de EE UU, con unos 150, según la organización que las gestiona. En el curso 1995-96 ya no aparecía entre los primeros.
Entre los que se fueron en esa época estaban los gimnastas Alfonso Rodríguez de Sadia y Miguel Ángel Rubio, que se enfrentaron a la federación por su decisión. Ése es uno de los temores que expresan algunos de los deportistas que han decidido irse: que dejen de contar con ellos en España
por no poder acudir a las concentraciones o las pruebas. En las federaciones añaden otros: "No todas las universidades son igual de buenas. Hay deportistas que han vuelto con peores resultados", dicen en una. La cuestión es que para algunos atletas, el deporte no es todo. Para Bernabé Medrano, padre de Albert y directivo de la Federación Catalana de Natación, el problema es estructural: "Mientras no seamos capaces de compaginar estudios y deporte, no avanzaremos".
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