El equipo de Maljkovic rompe un maleficio de tres años
La mano ejecutora de Burke acabó en menos de un segundo con lo que, hasta entonces, había sido una tarde de fiesta y reivindicaciones en el Blaugrana. La afición del Barça había acudido al Palau para dejar constancia de su apoyo no sólo al equipo, sino también a las selecciones catalanas ("una nación, una selección", coreó antes de iniciarse el encuentro), y, una parte, su rechazo a la candidatura olímpica de Madrid ("Sang Culé dice NO a Madrid 2012", se podía leer en una de las sábanas desplegadas).
Pero todas esas reivindicaciones y alguna más quedaron sofocadas cuando, al más puro estilo Maljkovic, el pívot irlandés del Madrid silenció el Palau de la forma más expeditiva en que lo podía hacer. Un tiro certero, con el reloj corriendo hacia cero, sin que los jugadores de Joan Montes tuvieran tiempo ni poder de reacción.
La afición del Barça, que de nuevo había vuelto a llenar el Palau dispuesta a dejar oír su voz, enmudeció. Tras una larga travesía por el desierto, el Madrid de Maljkovic había puesto fin a tres años de sequía ante su más encarnizado rival. De entonces, del 27 de octubre de 2001, databa la última victoria madridista sobre el Barcelona. La logró ante su público, en el Raimundo Saporta, con total comodidad (97-76). Pero también desde entonces, durante cinco partidos de Liga regular, dos eliminatorias de cuartos de final de la Copa del Rey y una final de la Supercopa -la celebrada en octubre-, los diferentes proyectos del Madrid se habían estrellado contra la muralla azulgrana. El Barcelona se había convertido es un escollo psicológico para el Madrid.
"Moralmente, ésta es una victoria muy importante", admitió Alberto Herreros, nada más terminar el encuentro. Nadie lo sabe mejor que el capitán madridista, protagonista de la larga sequía de su equipo. "Felicito a mis jugadores porque han dado la cara, han hecho un buen baloncesto y han dejado muchas cosas buenas", dijó Maljkovic, sin tener en cuenta lo mísero del marcador, lo poco que lucieron los ataques.
El técnico del Barça, en cambio, apenas pudo encontrar un detalle destacable en el juego de su equipo. Con Bodiroga y Navarro fuera del partido, su equipo no encontró a quien confiar el minuto final.
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