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Crónica:FÚTBOL | 15ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un gol en la planicie

El Athletic supera al Atlético, gracias a un gol de Del Horno, en un partido con ritmo, tensión y esfuerzo, pero sin fútbol

Sobrevaloración. He ahí el problema. Decía Valverde en un su última conferencia de prensa previa al partido que el Athletic está bien, a pesar de su cercanía a los puestos de descenso, si se tienen en cuenta lo que tiene. Que sobrevivir en tres competiciones es suficiente mérito y a la vez argumento explicativo de algunos problemas. Es decir, que está sobrevalorado. Que está por encima de sus posibilidades reales y por lo tanto el rédito de la subsistencia es favorable.

Al Atlético le pasa algo parecido. Le pesa el nombre, el club, su tradición y su pasado. En el presente es un equipo mediano, de jugadores medianos obligados a esforzarse por igualar lo que el club exige ser. Jugadores esforzados pero bastante previsibles que viven de la clarividencia de Ibagaza y la autonomía de Fernando Torres. El primero estaba en el banquillo, y el segundo ocupaba la habitación de la soledad, continuamente obligado a jugar de espaldas a la portería, es decir, a ser presa fácil de los centrales contrarios.

ATHLETIC 1- ATLÉTICO 0

Athletic:Aranzubia; Iraola, Murillo, Luis Prieto, Del Horno (Casas, m. 83); Orbaiz, Gurpegui; Etxeberria (César, m. 91), Jonan García (Tiko, m. 63), Ezquerro; y Urzaiz.

Atlético: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea (García Calvo, m. 30), Sergi; Aguilera (Jorge, m. 60), Colsa (Ibagaza, m. 61), Luccin, Antonio López; Torres y Salva.

Gol: 1-0. M. 45. Centro de Iraola al segundo palo al quen no llega Urzaiz y Del Horno, en posición dudosa, empuja a la red.

Árbitro: Turienzo González. Amonestó a Velasco, Luis Prieto, Sergi y Orbaiz.

Unos 38.000 espectadores en San Mamés

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El partido habitualmente tenso, duro, agresivo, cambiante que suelen ofrecer ambos equipos se limitó en esta ocasión a la franja central, ese escenario importante pero que se convierte en secundario si nadie se arrima al área. Basta un solo dato: hasta la media hora no pasó nada, absolutamente nada, que no fuera correr y correr, presionar y presionar, ese extraño juego que consiste en disfrutar del balón apenas unos segundos. No es que queme el balón, es que no se sabe que hacer con él. A la media hora, Urzaiz cabeceó a las manos de Leo Franco un saque de esquina. San Mamés vibró con la noticia. Tan noticioso fue el asunto que el Atlético, entregado al esfuerzo, decidió a renglón seguido construir una jugada entre Sergi que centró, Aguilera que tocó al área, Torres que dejó atrás y Salva que lo estropeó todo con un remate infantil. Por fin había partido. Seguía sin haber fútbol, empeñados ambos en toparse más que en evitarse, pero al menos se atisbaba algo más que intención en el campo. En favor del Atlético se anotaba su intensidad, tanta que le sirvió durante media hora para robarle el balón al Athletic y marcarle sel campo, dos cuestiones que pulverizan al equipo rojiblanco, enganchado a San Mamés por el factor racial como principal estandarte. Desprovisto de Yeste (enfermo), Valverde le otorgó a Jonan García las labores creativas y el muchacho lo hizo bien en sus diagonales y sus balones al hueco. Lo malo es que no le lucía porque principalmente Ezquerro decidió jugar su partido, al margen del rival y de sus propios compañeros. Ni una sola vez decidió combinar con sus presuntos compañeros, eligiendo siempre superar a la sucesión de defensores rivales como si el partido fuera una cuestión entre él y los colchoneros.

En el otro costado, el Athletic encontró el raciocinio que necesita en los partidos complicados. En el otro costado está Iraola, un chico que jamás regala un balón, que jamás se evade del encuentro. En el minuto 37 sorprendió a la defensa del Atlético a balón parado y su disparo golpeó en el muslo de Gurpegui, a puerta vacía, para que Leo Franco hiciera de gato montés, rectificando la estirada en el acto y sacando el balón de la misma raya de gol. Ocho minutos después Iraola volvió a poner el balón con el tacto suficiente para que llegara a Del Horno, que venía por el pico del área, para empujar a la red. El gol ni premiaba méritos ni castigaba maldades, aunque al Atlético se le puede achacar blandura defensiva. Bien es verdad que Pablo sujetó con nobleza el juego aéreo de Urzaiz, o que Perea apenas aguantó media hora en el campo (llena de errores, eso sí), pero la sensación que transmite es alarmante: en los balones cruzados casi siempre está perdido. Quizá eso explique su desaplicación fuera de casa, cuando ese tipo de jugada se produce en mayor medida. Sin Ibagaza carece de dirección y Torres, la amenaza permanente, se muere en el intento.

Al Athletic le pasa algo parecido con Orbaiz. Más que intención, el navarro impone criterio y orden, pero luego falta la magia, es decir Fran Yeste, capaz de improvisar más allá de la táctica. Al menos el gol de Del Horno cambió el pulso del partido.

La segunda parte tuvo, incluso, más ritmo que la primera. A falta de buen fútbol el ritmo sostiene los partidos. A oleadas, el encuentro tenía idas y vueltas. Ferrando decidió dar entrada a Ibagaza para buscar una conexión con Torres y a cambio el Athletic encontró pasillos para correr. Torres pudo empatar, pero el partido estaba entregado a quien primero marcase. No daba para más.

Aguilera intenta controlar el balón presionado por Ezquerro.
Aguilera intenta controlar el balón presionado por Ezquerro.TXETXU BERRUEZO

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