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Angelopoulos dice que su cine es lento porque le complace "degustar el tiempo"

El director griego recibe hoy en Barcelona el premio de la crítica europea

La fiesta del cine europeo arrancó ayer en Barcelona con un protagonista de excepción, el director de cine griego Theo Angelopoulos. El cineasta, nacido en Atenas hace 69 años, recibirá esta noche el premio de los críticos europeos por su última película, Eleni, y ayer intervino en un encuentro con estudiantes de cine. A preguntas de los futuros creadores sobre su obra, entre otras consideraciones, Angelopoulos reconoció que hace películas con un ritmo lento, "porque", dijo, "me complace degustar el tiempo".

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En la sala de actos del Centro Internacional de Prensa, que se quedó pequeña ante la presencia del director de La mirada de Ulises, Angelopoulos repasó en voz alta sus preocupaciones por lo que respecta al cine y la relación que mantiene con él. Así, parafraseando un famoso comentario de Jorge Luis Borges, quien dijo que sobre todo escribía para él mismo, el cineasta aseguró coincidir con el escritor. "Hago cine para mí, para mis amigos, que pueden ser uno, dos o una cifra indefinida, y para secuestrar el tiempo que pasa, para dulcificarlo", comentó el director.

Siguiendo esta línea argumental, Angelopoulos explicó que él entiende al espectador de cine modélico como aquél que "es correalizador, que construye la película a la vez que la contempla, que aporta al filme sus experiencias, aspectos de su vida... Si no se produce esta confluencia, el cine se convierte en algo neutro, como de hecho son los telefilmes y las películas de Hollywood".

El cineasta se felicitó en este punto porque la mayoría de los espectadores de su cine sean sus "cómplices". "Yo no tengo un público enorme en todo el mundo, sino un público reducido en todas partes", resumió.

Angelopoulos -que, con el que recibirá hoy, suma ya 10 premios de la crítica europea- habló también de la crisis del cine europeo, que relacionó con la propia crisis de la sociedad, la cual atribuyó a "problemas de identidad". El director, sin embargo, no quiso ir más allá de esta apreciación. "No quiero hacer política, ya no sé si creo en ella. Yo, que he pasado una gran parte de mi vida defendiéndola y pensando que se podía cambiar el mundo, ahora no quiero volver a eso; no, al menos, en este momento", se sinceró. Pero sí admitió, en cambio, que las distancias entre las cinematografías responden más a los diferentes lenguajes que a las fronteras físicas. "En mi caso", ejemplificó el director de La eternidad y un día, "me siento mucho más cercano a Víctor Erice que a cualquiera de mis compatriotas". "Efectivamente, no son las fronteras las que dividen el cine sino la manera cómo se concibe. Es una cuestión de lenguaje, pero también de ética", puntualizó.

En cuanto a su último trabajo, cuyo título provisional para España es Eleni -se estrenará a finales de enero-, primera entrega de una trilogía sobre las derrotas sociales del siglo XX, Angelopoulos prefirió no profundizar mucho en ella. "Mis películas están hechas de una manera poética y la más mínima explicación sobre ellas puede matar su poesía", explicó. Sólo se permitió comentar que ésta es una película que "trata del amor", y que ha intentado que "actúe sobre la piel del espectador".

Theo Angelopoulos, en Barcelona.
Theo Angelopoulos, en Barcelona.CARLES RIBAS
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