La eurozona se descuelga de la recuperación
La OCDE y el Banco Central Europeo rebajan las previsiones para el futuro crecimiento global de los Doce
La eurozona se descuelga de la recuperación económica y da signos de no poder aprovechar el gran crecimiento que está registrando el comercio mundial estos últimos dos años. Así lo apuntan las predicciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y las del Banco Central Europeo. El informe semestral sobre las perspectivas económicas, presentado el martes en la capital francesa por el economista jefe de la OCDE, Jean Philippe Cotis, revisaba al alza la previsión de crecimiento global para este año hasta el 3,6%, corregía la de 2005 a la baja -un 2,9%- y apuntaba que en 2006 se podría superar de nuevo la barrera del 3%.
Los balances de las empresas son buenos y aún entra mucho dinero, pero no hay inversión ni despega el consumo porque falla la confianza
La caída libre del dólar tiene un efecto devastador en las economías de la eurozona, ya que ha supuesto perder 1,5 puntos del PIB desde 2002
Jean Philippe Cotis, sin embargo, mantiene una previsión mucho más pesimista sobre los 12 países de la eurozona. Si bien eleva ligeramente, hasta un 1,8%, su anterior previsión para 2004, reduce en medio punto, hasta un 1,9%, la del año próximo. La salud económica de esta región aún tiene más mala cara si se sigue la evolución trimestral del año en curso. El crecimiento se ha ido reduciendo desde el 0,7% del primer trimestre al 0,5% del segundo y hasta el 0,3% del tercero.
Dos razones emergen por encima de todas: el desplome del dólar, derivado del incontenible aumento del déficit comercial de Estados Unidos, y el precio del petróleo. Y por detrás de ambas, "la incertidumbre" que detectan los economistas. Sin embargo, el precio del petróleo está teniendo un impacto mucho menor del que podía esperarse. En la Europa de la moneda común, el peso del precio del petróleo en la inflación ha sido, por el momento, menor del esperado. Un euro fuerte ha frenado el aumento de la factura energética, al margen de que en estos momentos ya no hay la misma dependencia del petróleo que cuando las crisis de los años setenta y ochenta.
Pese a que en el mercado de futuros el barril ha superado varias veces la barrera de los 50 dólares, los analistas empiezan a dudar de los precios fijados en los mercados de futuro y apuntan a que, a largo plazo, el barril se estabilizará en torno a los 33 dólares. "Nuestra hipótesis actual de trabajo para 2005 es que el precio del barril de petróleo caerá hasta los 44 dólares", explica Miguel Jiménez, economista de la OCDE. De hecho, a finales de esta semana, el barril de brent caía casi un 12% y cotizaba por debajo de los 40 dólares.
La 'gripe asiática'
La demanda, en cualquier caso, se mantendrá. Las emergentes economías asiáticas tienen una gran dependencia del petróleo; la intensidad energética en China es cinco veces la media de la OCDE. Según Cotis, "los precios del petróleo son una respuesta al fuerte crecimiento mundial y no pueden dar la vuelta a esta tendencia, si acaso frenarla ligeramente. La volatilidad de la situación mundial ha creado un efecto negativo en la confianza, pero los precios del petróleo tienen un límite".
La caída libre del dólar, por otro lado, sí que está teniendo un efecto devastador en las economías de la eurozona. Algunos economistas aseguran que en simulaciones matemáticas, la apreciación del euro desde 2002 le habría costado 1,5 puntos del PIB a la economía de los Doce. La depreciación de la moneda norteamericana "era inevitable", debido a los "insostenibles" déficit de Estados Unidos, decía el economista jefe de la OCDE. La fortaleza del euro, añadía, tiene también su origen en el débil crecimiento europeo, que incita al ahorro. Pero para frenarla, advierte, es necesaria la complicidad de las monedas asiáticas.
Paralelamente, los datos que llegan del otro lado del Atlántico inciden en la dirección opuesta. El ahorro de los norteamericanos cayó el mes de octubre a mínimos históricos, lo que hace aún más difícil que Estados Unidos reduzca su enorme déficit comercial. Paralelamente, aumenta el consumo y los ingresos reales de las familias, lo que muestra que el optimismo se mantiene intacto en la primera potencia del planeta.
En la eurozona sucede todo lo contrario; reina el pesimismo. "Alemania exporta", dice Cotis, y esto debería provocar el "encadenamiento virtuoso habitual" de estimular la demanda interna. Pero esto no se ha producido pese a que el gran crecimiento del comercio mundial data de 2003. El problema: falta de confianza en el futuro. El desplome del dólar ya está teniendo un impacto considerable. Las exportaciones de la zona euro han empezado a resentirse. Tras un buen comienzo del año, durante el tercer trimestre ha habido un comportamiento peor que el esperado. "En la eurozona la situación es anormal. Los balances de las empresas son buenos y todavía está entrando mucho dinero por el gran aumento de las exportaciones. Pero no hay inversión ni despega el consumo. No hay confianza. Es necesaria una reducción de la incertidumbre", explica Jiménez.
El potencial exportador
Las economías de la eurozona no están aprovechando suficientemente el gran crecimiento del comercio mundial pese a su gran potencial exportador. Alemania, su principal motor económico, crecerá tan sólo un 1,2% este año y un 1,4% en 2005. La OCDE es más optimista a largo plazo y apunta un incremento de la actividad económica para 2006, que sitúa en el 2,6%, confiando en que para entonces habrá mejorado la confianza de los consumidores. Más concretamente, se confía en que las reformas emprendidas por el Gobierno de Gerhard Schröder tengan éxito. "El camino debe pasar por la reactivación de la inversión tras un periodo de sufrimiento", tal como describe Cotis.
Además, las condiciones inflacionistas, asegura la OCDE, se mantendrán los próximos meses, por lo que esta organización apoya la actual política de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), aunque recomienda a las autoridades monetarias que permanezcan "vigilantes" ante los efectos de segunda ronda en la inflación, a pesar de que, de momento, una elevación de los tipos de interés para contrarrestar el incremento de la inflación es "innecesaria".
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