El doble que todo lo resta
Robredo y Nadal, que hoy se miden a los gemelos Bryan, tienen una buena sintonía y aceptan las críticas recíprocas
Se lo plantearon como una aventura y les salió bien. Tanto Tommy Robredo como Rafa Nadal basan sus carreras en sus logros individuales. Y sus resultados les dan argumentos para saber que no se han equivocado. Sin embargo, hace un par de años se plantearon jugar el doble juntos en el circuito para intentar abrirse un hueco en el equipo de la Copa Davis. La presencia de Juan Carlos Ferrero y Carlos Moyà les cerraban el paso en los individuales. Y el G-3 aplaudió su idea y les animó.
Desde que Sergio Casal y Emilio Sánchez colgaron sus raquetas en 1995, el doble fue dando tumbos. Los sucesivos capitanes fueron realizando pruebas sin dar confianza a ninguna pareja. Por ahí pasaron Tomás Carbonell, Javier Sánchez, Francis Roig o Julián Alonso hasta dar con Àlex Corretja y Joan Balcells. Con ellos se ganó la Ensaladera en 2000. Justamente después Balcells entró en una crisis de juego y fue relevado por Albert Costa: un ganador y un finalista de Roland Garros, dispuestos a hacer el dúo.
El invento duró poco. Lo cerró el G-3 cuando prescindió de Costa para la final que España jugó, y perdió, contra Australia en 2003. Entonces alegaron que la hierba favorecía la elección de Feliciano López. Así que Costa, que había disputado todas las eliminatorias anteriores, se quedó fuera. Un final anunciado. Y surgió la necesidad imperiosa de renovar el doble. Cuando Robredo y Nadal plantearon su idea a los capitanes, el círculo se cerró.
Debutaron en la República Checa, en Brno, el pasado febrero, en una eliminatoria difícil que se complicó más aún por dos razones fundamentales: no estuvieron ni Moyà ni Ferrero, por sendas lesiones, y se jugaba en pista rápida. Toda la responsabilidad recayó en Robredo y Nadal. Jugaron los dos primeros individuales y después el doble. Y se llegó al domingo perdiendo por 2-1. Habían caído en su primer doble, pero se reivindicaron individualmente, puesto que Robredo ganó un punto y Nadal se impuso en el quinto y decisivo a Stepanek.
El G-3 no les retiró la confianza. "Siguen siendo nuestra apuesta porque creemos en ellos y pensamos que jugaron un buen partido en Brno", apuntaron los capitanes. Su segundo partido, ante Holanda, supuso otra derrota. Pero en las semifinales, contra Francia, consiguieron un triunfo, sobre Clément y Llodra, que levantó al equipo y dio luego a Nadal, que sustituyó a Moyà, la posibilidad de decidir ante Clément. "Nos hacía falta una victoria", subrayó Nadal; "creo que habíamos jugado buenos partidos, pero se nos habían escapado. Ganar a los franceses nos dio mucha confianza".
Robredo y Nadal se han consolidado como el doble español. Forman un equipo que no se limita a encontrarse para la Davis, sino que va creciendo también en el circuito profesional. Este año consiguieron ganar su primer título, en Chenai, y en el Open de Estados Unidos alcanzaron las semifinales. "Nuestro mejor valor, lo que más nos distingue de todos los demás", dice Robredo, "es que lo restamos todo. Y eso nos da mucha confianza porque nos permite arriesgar más con nuestro propio saque. Si lo perdemos alguna vez, sabemos que al menos haremos un break y lo recuperaremos".
La base es la confianza recíproca. "Tenemos buena sintonía", reconoce Robredo; "no sé si es absolutamente necesario ser amigos para jugar el doble. Pero lo que sí debe haber es un gran respeto mutuo y una buena dosis de humildad para aceptar las críticas".
Durante sus partidos, Nadal y Robredo chocan sus manos después de cada punto, se reúnen en algún punto de la pista y hablan. Otros no lo hacen. Hay muchas parejas que se acercan como estrategia, pero ni siquiera se hacen el más mínimo comentario. "Nosotros siempre nos decimos algo", afirma Nadal; "por lo menos, nos damos ánimos y planteamos cómo vamos a jugar el próximo punto". Y Robredo agrega: "Siempre hay algo que decir: 'Bien jugado, deberías haber hecho tal cosa, ¡cuidado con el pasillo!, te ha faltado concentración...'. O nos preguntamos: '¿qué crees que debería haber hecho?".
Hoy, Robredo y Nadal se enfrentarán a los hermanos Bob y Mike Bryan en el partido más difícil de los que han disputado en la Davis. Éstos forman el mejor doble al que se haya enfrentado. "Será complicado", reconoce Nadal; "son los números uno del mundo, han ganado el Masters y saben jugar en tierra batida porque ganaron en Roland Garros". "Sabemos contra quiénes jugamos", analiza Robredo; "será muy importante ir ganando nuestros saques y hacerlos jugar en los suyos. Que corran, que se cansen, que vean que siempre les devolvemos una bola más... La tierra nos favorece. Ellos juegan siempre al ataque, buscando la volea. Nuestro reto será mantenerles en el fondo".
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