Escalofriantes historias de un forense

El médico forense José Antonio García-Andrade, nacido en Madrid en 1928, ayudado por su hija, la periodista Pepa García-Andrade, hace un repaso a las más de 4.000 autopsias que ha realizado en su dilatada carrera en De la estirpe de Caín, un título que viene acompañado de un clarificador subtítulo, Los enigmas de los casos forenses más insólitos. Este especialista, que ya analizó el mundo de las investigaciones forenses en su anterior obra, Lo que me contaron los muertos, ofrece ahora su versión sobre un concepto tan amplio como la libertad y los distintos aspectos para modificarla o coartarla en la persona. La obra cuenta con un prólogo del abogado Marcos García-Montes.

Redactado con el estilo peculiar de García-Andrade, lo que facilita una lectura amena, toda la teoría expuesta en el libro viene avalada por casos importantes que han sido atendidos por este forense durante su dilatada carrera.

El autor rescata de sus archivos casos tan destacados como aquella joven dependienta madrileña que mató a su bebé recién nacido y que el forense incluye como un ejemplo de liberación de conductas violentas y agresivas propias de algunas personas. También recuerda a raíz del análisis de la huella genética y del ADN a Manuel Delgado Villegas, conocido como el arropiero o al estrangulador del Puerto de Santa María, que confesó un total de 48 asesinatos, siete de ellos probados y dos en grado de tentativa.

El libro abunda también en

las circunstancias externas que pueden cercenar la libertad individual. En este sentido, disponen de un especial tratamiento los problemas de ruido en la sociedad actual, la sexualidad, las drogas o el deporte. En este último apartado recuerda el famoso caso del seguidor de la Real Sociedad Aitor Zabaleta, que fue asesinado cuando iba a ver un partido de fútbol frente al Atlético de Madrid en el estadio Vicente Calderón, un suceso que conmocionó al mundo del deporte.

El punto final de este volumen se refiere a la particular visión que tiene este forense sobre la muerte de Donovan Párraga, un joven de 12 años que desapareció de su casa el 27 de febrero de 2002 y que fue encontrado muerto en una fosa séptica de la urbanización La Beltraneja (Guadalajara) el 23 de enero de 2003. Este especialista mantiene, en contra de las opiniones de sus colegas que estudiaron el cadáver al igual que él, que el chaval fue asesinado. "El suicidio infantil es muy raro y, cuando se realiza, adquiere un carácter lúdico y exhibicionista, nunca es silencioso, solitario o anónimo

[como mantiene la juez instructora del caso]", concluye García-Andrade.