La casamata
Estudio de Kusnetsov. Sachové Umenie, 1975.
Esta asombrosa composición nos recuerda una de las inmortales frases del ínclito Savielly Tartakower: "Nadie ha ganado una partida después de rendirse". O dicho más claro: antes de tirar la toalla conviene buscar recursos ocultos, por muy desesperada que nos parezca la posición. En ésta, todo indica que el peoncito negro de e2 va a decidir la lucha porque ni siquiera el típico jaque doble con el caballo evitará su coronación. Lo que más se acerca a eso no funciona: 1 Ab3, Rg6 2 A - f7+, Rf6! (si 2... R - f7 3 Ce5+ y Cd3, misión cumplida) y el peón corona. Tampoco sirve dar un par de jaques con 1 g4+, Rg6 2 Ac2+, Rg7, y se acabó. Sin embargo, aún es pronto para doblegar la rodilla, sobre todo si uno ve el fogonazo que ilumina la salvación: un eventual jaque del alfil en e8 podría causar problemas muy graves al rey negro, ya que si éste fuese entonces a h4 recibiría mate con g3. Por tanto, hay que ver si el caballo de c6 puede moverse donde amenaza algo a su vez. ¿Existe esa jugada? ¡Sí! 1 Ce5!!, C - e5 2 Ae8+, Cg6 3 g4+, Rh4 (bueno, todo esto ha sido muy bonito, pero ¿qué hacemos ahora?) 4 A - g6, e1=D 5 Rg2, De6 6 Ah5, Dg8 7 Rh2, Df8 8 Rg2, Df6 9 Ae8, ¡tablas! La posición es excepcional pero la idea tiene valor práctico porque se produce con cierta frecuencia en las partidas. Las blancas han logrado crear una fortaleza: los peones de f2 y f3 evitan que la dama pueda amenazar al alfil y dar jaque a la vez; el alfil está evitando la ruptura en h5; y, para colmo, el rey negro está prisionero y no puede llegar a e1, la casilla que sería ganadora porque permitiría el ataque de las dos piezas negras sobre f2. Por tanto, la casamata es irrompible.
Correspondencia: ajedrez@elpais.es
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