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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ver para creer

El pasado lunes, la platea del teatro Victòria se levantó en una larga y entusiasta ovación, de las que hace tiempo que este teatro no vive en sus estrenos. Había sin duda aplausos comprometidos con el montaje por el componente social del mismo: Una altra mirada está protagonizado por 40 actores y actrices con discapacidad psíquica y trastornos mentales. Pero había también aplausos sinceros, por el estupendo espectáculo que estos chavales nos ofrecieron, y redentores por la facilidad con que nos hicieron sentir bien ante una problemática tan incómoda como es la de las deficiencias mentales para quienes somos supuestamente normales.

Éste es el octavo espectáculo del Grup de Teatre Social de Femarec, fundación privada que se ocupa de la inclusión social de colectivos en riesgo de marginación. Los talleres teatrales -que desde 1997 dirige Gloria Rognoni- forman parte de las actividades opcionales que ofrece la fundación para fomentar la relación entre los trabajadores del Centro Especial de Empleo. "Con las clases de teatro desarrollan su autoestima, aprenden a soltarse y eso les va muy bien para integrarse socialmente", explica Gloria Rognoni a los medios desde su silla de ruedas unos minutos antes de que se abra el telón. Este montaje, como los anteriores, es el fruto de un año entero de trabajo, a razón de dos horas y media de ensayos por semana. "Recuerdo que con Els Joglars podíamos tardar varios meses en montar un espectáculo y nos pasábamos ocho y nueves horas diarias ensayando. Así que si echamos cuentas...", añade Rognoni, satisfecha con la labor y con los resultados obtenidos. Y es que Una altra mirada ya ha girado con éxito por un par de ciudades europeas, Lisboa y Liverpool, y se ha presentado también en Barcelona (sala Ovidi Montllor, el pasado septiembre) dentro del Proyecto Europeo de Teatro para la Inclusión Social del Programa Cultura 2000 de la Comisión Europea.

'Una altra mirada' está protagonizada por 40 actores y actrices con discapacidad psíquica o trastornos mentales

"Lo de esta noche es un estreno a medias, porque Una altra mirada se montó en principio para un grupo reducido de 12 intérpretes. ¡No podían ir todos de gira y dejar la fundación sin trabajadores! Los 28 restantes recitan versos del Viaje a Ítaca de Kavafis, colándose entre las escenas sueltas que componen este espectáculo". Junto al entusiasmo contagioso de Rognoni, del que voy tomando nota, la mesura de Maria Mercè Clara, presidenta de Femarec, que se las tiene que ver con los números y los problemas de financiación, la falta de ayudas y la reticencia de los programadores. "La iniciativa de la Comisión Europea no tiene continuidad, los teatros no se atreven a programar un montaje de estas características y la gente se ha vuelto muy impermeable a las donaciones".

En eso aparece mi ex colega Pablo Ley, a quien se le ve muy poco el pelo desde que ya no tiene compromisos teatrales. "Es que ahora sólo voy a lo que me interesa", declara con una amplia sonrisa. "Ven, subiremos al escenario antes de que empiecen y te los presento". "¿En serio?", pregunto escéptica. "A mí también me dio un poco de reparo la primera vez que me tocó cubrir una de estas funciones. Fue en 1999. Desde entonces, no me pierdo ninguna. Son estupendos, ya verás. Tienen una energía especial y lo que hacen es gran teatro con mayúsculas".

Todavía no las tenía todas conmigo para cuando ocupé mi asiento. A duras penas había podido fingir una actitud desinhibida que no delatara mi desconfianza al pronunciar un tímido "¡Mucha mierda!" ante el torbellino que se armó alrededor de Pablo. La profesión entera estará cenando en la fiesta de entrega de los Premios Butaca y yo aquí, pensaba, mientras buscaba la mía. Las palabras de Jordi LP, el presentador, cambiaron mi mohín por una sonrisa: "Estos chicos no sólo existen por Navidad. En febrero también están. Y son nuestros. No hace falta demostrar que Cataluña sabe patinar en Taipei...". Y tras el discurso de Maria Mercè Clara, que hizo hincapié en la responsabilidad pública de esta iniciativa privada sin pelos en la lengua, dio comienzo Una altra mirada y mi enfoque fue cambiando.

Son vivaces, tremendamente espontáneos y se comportan en escena como auténticos profesionales. No pierden el ritmo, saben distribuirse por el espacio y se les nota que están disfrutando de lo lindo al compartir con el público lo que han aprendido. Una altra mirada es un collage de escenas a partir de unos pocos elementos escenográficos, especialmente simples al estar concebidos para salir de gira. Ellos mismos los construyen y los manejan con gracia: unos marcos, unos abanicos enormes, unas hojas de periódico, unas telas, unas bolsas de tejido elástico en las que se meten para crear volúmenes sorprendentes e impactantes. Mientras el cuerpo principal de actores, vestidos de negro, desarrolla un montón de gags, algunos francamente tronchantes -que ya quisieran para sí muchas compañías profesionales-, y otros más emotivos, los intérpretes restantes van soltando versos de Kavafis, como una aventura más del largo camino que han recorrido todos juntos para poder llegar hasta aquí. Para no caer en la condescendencia, hay que decir que estos versos añadidos restan a menudo fuerza a la trama central. Para ser absolutamente sincera con ustedes y conmigo misma, he de reconocer que la experiencia valía la pena. Tenías razón, Pablo, pocas cosas hay tan vivas en el panorama teatral de hoy en día como ésta.

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