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Columna
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Escaparate

Como si de un baile de salón se tratase, Mariano mantiene en alto la mano de Esperanza, la foto del XIII congreso del PP congela en el aire el paso de danza de la prima donna y el primer bailarín mientras el primo Alberto, tercero en la discordia, apura el cáliz de la derrota y rinde armas ante la "presidenta que habéis elegido". Madrid será el escaparate de la gestión del PP y la Puerta del Sol el kilómetro cero del camino de Mariano Rajoy hacia La Moncloa, dice la Esperanza rubia de la derecha, inaugurando la campaña electoral más larga de la democracia, y Mariano aprovecha la tribuna para lanzarse al mitin por los cerros de Moratinos, el congreso local se globaliza y Pío García-Escudero, el presidente saliente, califica a Ruiz-Gallardón de político "galáctico", pero aún es pronto para el retorno del "Jedi", que navega en una galaxia muy distante de esa Gran Vía Láctea por la que evolucionan, de la mano, los protagonistas de la jornada.

El reticente Alberto, después de haber rendido vasallaje, destila su gota de acíbar sobre las mieles del triunfo y advierte a Rajoy de que el PP no volverá al gobierno "si se encierra en sí mismo", pero sus palabras se pierden entre los ecos y las fanfarrias, una voz rasgada entona el himno esperancil, prestado de Sinatra, una versión aflamencada de My way, el camino de la Esperanza, el kilómetro cero de una larga carrera hacia las estrellas: "Puedo llegar hasta el final a mi manera". ¿Se puede saber a qué viene tanta euforia?, pregunta un despistado, pero no es momento para hacer preguntas, ni expresar dudas. Es el momento de las aclamaciones: "un bote, dos botes, gallardista el que no bote".

Madrid escaparate que iluminan en la noche dos millones de bombillas, alumbrado suplementario que se agradece para vislumbrar mejor los baches y las zanjas, las vallas y las máquinas, el socavón accidental y la sima abierta con dedicación y esfuerzo. El diseño laico y la vanguardia estética impregnan este año la iluminación navideña capitalina y acorralan a la iconografía tradicional, en vez de campanillas y guirnaldas; sobre el paseo de Recoletos, la prestigiosa artista austriaca Eva Lootz ha montado sus juegos de palabras y luces, palabras elegidas aleatoriamente que forman insólitas combinaciones: alegría / serpiente / nido, siempre / fiestas / casi amable, y crean extrañas asociaciones de ideas, un "poema léxico", explica el intérprete del Ayuntamiento, todo un poema en el que el azar ha escrito una línea que parece un oráculo dirigido al alcalde galáctico: "vivir / otra vez / esperando", casi un bolero. Arquitectos y escenógrafos se han reciclado en escaparatistas para decorar una Navidad sin símbolos de charanga y pandereta, una decoración festiva a años luz de las que gustaban a su predecesor José María Álvarez del Manzano. Pero el exquisito Alberto ha dejado un resquicio para la tradición y le ha montado a su presidenta un abeto artificial de 12 metros, con bolas de grana y oro, en su kilómetro cero.

Ya es Navidad, así lo dictan los grandes comercios y lo ratifican los dos millones de microlámparas que ha puesto el Ayuntamiento; las luces navideñas luchan contra la espesa capa de contaminación atmosférica y los ciudadanos se debaten entre la euforia de las vacaciones y la desazón que produce tener que enfrentarse una vez más al marasmo circulatorio de vehículos y personas que alcanza las cotas más altas del año por estas fechas, mare mágnum, pandemónium y tótum revolútum de ávidos consumidores con hambre atrasada, compradores compulsivos, bebedores sociales, glotones y alborotadores.

En los inicios de estas navidades hipertrofiadas y como ensayo general de la hecatombe, el Ayuntamiento de Madrid cortó la circulación rodada entre Neptuno y Cibeles el domingo por la mañana para que el piloto Carlos Sainz diera su última vuelta al ruedo con Alberto Ruiz-Gallardón de copiloto en circuito cerrado y a toda pastilla, entre las aclamaciones de 100.000 entusiastas y el destemplado coro de miles de automóviles que no habían sido invitados al "rally". Hasta las cinco de la tarde no finalizó esta exhibición de olímpico desdén hacia paseantes dominicales y automovilistas domingueros. Convertirse en escaparate tiene estos inconvenientes.

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