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Parece que hay bofetadas para entrar en la feria del dislate. Con todo, Elkarri lo ha hecho por la puerta grande al presentar en el Congreso la propuesta de que hay que legalizar a Batasuna. No es de extrañar, me refiero a que nos deslumbre, porque ya apuntaba maneras. Hace unas semanas, organizó un seminario y se trajo a Bilbao a once expertos de talla internacional en resolución de conflictos. Después de deliberar durante tres días, los sabios reunidos emitieron el siguiente dictamen: "Euskadi vive una época de oportunidades para la paz". ¿Hacía falta tanto experto y tanto día para soltar semejante patochada? Pero así es Elkarri, le gusta rodearse de mucho bombo y platillo, le priva emprender grandes campañas inanes. ¿Se acuerdan de cómo intentó, sin conseguirlo, que otro comité de sabios obtuviera el consenso suficiente para redactar medio folio? ¿Saben para qué estuvo recogiendo firmas? Me refiero a si recuerdan así, a bote pronto, cuál era el objetivo que perseguían con una gigantesca recogida de firmas que debía resultar definitiva.
Lo suyo es dar más vueltas que una noria para llegar -como las norias- a ninguna parte. Hombre, nadie niega que sea una forma de viajar y que para gustos están los coches, pero quizá resulte demasiado onerosa dadas las circunstancias. Lo cierto es que, para una vez que consiguen emitir una propuesta clara y distinta, resulta que consiste en legalizar a Batasuna. Bueno, lo de clara y distinta tiene que ver con la propuesta en sí, porque las razones en que la basan tiene su miga. De entrada, parten del axioma de que es bueno "para la paz y normalización de la convivencia que las fuerzas políticas expliciten y detallen sus propuestas y ofertas". Vamos, que basta con emitir detalladamente una propuesta para que se deba tener en cuenta como algo positivo y progresista. Suponemos que eso debe hacerse extensivo a cosas como la limpieza étnica y la Alternativa Democrática de ETA.
Pero concedámosles que no; pero entonces ¿de dónde se sacan que una organización que está ilegalizada por ser la misma cosa que ETA -es decir por firmar el Pacto de Lizarra, sostener la Alternativa Democrática y justificar la violencia- está ahora por la no violencia? ¿Acaso Batasuna ha pedido a ETA que abandone las armas? ¿Acaso han abandonado la tesis de que la lucha armada es una variante más en el combate por la independencia? Que se sepa, Batasuna sólo ha manifestado que hay que sacar el conflicto de las calles, fórmula lo calculadamente ambigua para que cada cual vea lo que quiera. Y, claro, a Elkarri le ha faltado tiempo para ver a "Batasuna en posiciones de confluencia con las voluntades sociales mayoritarias de no-violencia", o sea para no ver nada, pero dicho alambicadamente. Da la impresión de que a Elkarri como institución -otra cosa serán, digo yo, quienes simpatizan con ella- le ha ocurrido lo del cuento. Resulta que en Persia, el lehendakari de la época preguntó a sus cortesanos a ver qué era antes, el agua o la barca. El experto de turno sostuvo que la barca, porque una vez que los hombres la construyeron y vieron que no tenía utilidad inventaron el agua, o sea, después.
Y así bajan las ídems. Celoso seguramente de que le están arrebatando protagonismo en lo suyo, en disparatar, nuestro consejero Azkarraga, que es a la justicia lo que el aceite al agua (¿o será al vinagre?), ha expuesto con la campechanía que le caracteriza que ETA y el Gobierno deben dialogar "para hablar de sus cosas". Lo de menos es que se hiciera eco de otro disparatador, Ibarra, abducido por ese síndrome de Estocolmo que es Carod; lo grande es ese "sus cosas". ¿Querrá decir que deberán reunirse, pues Azkarraga descarta lo político, para comentar la última expulsión de Gran Hermano, intercambiar recetas de morros o hacerse cortes de mangas? A lo mejor es a eso a lo que se refería Egibar cuando aseguró saber que existe un pacto tácito entre Batasuna y el PSE; quiero decir, a que ya no cabe nadie más en Babia.
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